lunes, 9 de marzo de 2009

TIENE USTED MÁS CUENTO QUE CALLEJA


“Ya sé que no está el horno para bollos ni tampoco para ir a protestar por ello ante el maestro armero, pero tiene usted más cuento que Calleja… ¿Pero acaso pretende convencerme a mí, después de los años que llevo en esto de la enseñanza, de que usted no pudo presentarse porque lo detuvo la guardia civil por conducir de forma temeraria en su afán de llegar a tiempo para realizar mi examen? Vamos, hombre… invéntese usted una excusa más apropiada y más seria, y no pretenda, por favor, tomarme el pelo. Vaya usted con ese cuento a otra parte…”.

“Horno para bollos”, “protestar ante el maestro armero”, “tener más cuento que Calleja” y “tomadura de pelo”, son expresiones que poco a poco se pierden indefectiblemente del lenguaje ordinario, para ser sustituidas por otras de significado similar pero acompasado al tiempo actual. Es el lenguaje, que como la vida misma, evoluciona y se interrelaciona -creo que siempre en términos de enriquecimiento- con otros lenguajes, pero sobre todo, con el cambio de significado de muchas de sus palabras y expresiones en función de las propias variaciones que acontecen en la realidad. A título de ejemplo, “ser un crack” es una expresión cuyo significado, si no es por mis amigas y amigos de “Facebook”, jamás hubiera podido imaginar, y que si no me equivoco, equivaldría más o menos a la de ser “un tío o una tía chachi”.

Compruebo a diario con mis alumnos de la Universidad que muchas de las expresiones que yo utilizo carecen para los mismos de significado. Es lo que sucede con esta que encabeza el presente comentario. Tener más cuento que Calleja es una expresión apropiada para manifestar que quien nos está contando algún acontecimiento está inventándose o recreando en términos fantasiosos la realidad. Vamos, que tiene más cuento que “Antoñita la fantástica”, que sería otra expresión con un significado y alcance similar, pero igualmente extraña o desconocida para las nuevas generaciones.

Hay que reconocer que muchos de los que manifiestan su predisposición desde la juventud a engrosar el grupo de los que “tienen más cuento que calleja”, pasarán luego a integrar las filas de nuestros narradores, novelistas y autores de ficción, que tantas satisfacciones y emociones nos procuran a lo largo de nuestra civilizada y, agraciadamente, rutinaria vida. Otros, los menos, pasarán a formar parte del grupo de los delincuentes, ya sea en el mundo de las altas finanzas (los más peligrosos, tal y como estamos viendo y sufriendo los que tenemos bajas finanzas), ya en el mundo del “menudeo” propio de la superchería. Y otros, en fin, formarán parte del mundo de la política. Entre estos últimos se hallan aquellos que piensan que pueden estar eternamente ocupando posiciones de poder porque son parte de la “esencia” del pueblo…vasco, gallego, catalán, andaluz o canario. La realidad y los individuos con derecho a voto les están mostrando la dura evidencia para ellos de que en buena medida su discurso político es el propio de la gente que “tiene más cuento que calleja”.

1 comentario:

Salvia dijo...

En el mundo empresarial, normalmente, los que tienen más cuento que Calleja se consideran a sí mismos unos crack y, por ende, superiores al resto... Se ve que éstos deben ser los que en la época universitaria se las ingeniaban siempre para sacar las mejores notas estudiando menos, formar parte de un equipo de trabajo sin pegar ni golpe y hasta ligarse a la más fea/o de la clase sólo para que le pasase los mejores apuntes y esquemas para estudiar...
Yo estoy descubriendo que el mundo de la empresa está lleno de caraduras con muy malas artes, pero muy buena planta y don de gentes para llevarse siempre el gato al agua pisando a la gente trabajadora y de buena fe... Aunque me queda el consuelo de que el tiempo pone siempre a cada uno en su sitio.
Un saludo, Guillermo.