viernes, 30 de enero de 2009

ME FÍO DE LOS JUECES, NO DEL GOBIERNO


¿Cómo, se fía usted de los jueces después de lo que ha sucedido con la ministra de Educación y la deliberación del asunto de la asignatura “Educación para la Ciudadanía” en el seno del Tribunal Supremo? Por supuesto que sí.

La señora ministra tendrá que explicar debidamente por qué grabó su intervención anunciando una sentencia favorable a las tesis del Gobierno con anterioridad al debate y deliberación del asunto por parte del Tribunal Supremo. Las razones pueden ser múltiples, pero los ciudadanos exigimos que nos las de a conocer, porque una cosa es grabar su intervención antes de conocer el resultado y otra muy distinta es haberlo grabado y luego publicado en Yotube antes de conocer cuál sería el resultado de las deliberaciones del Tribunal Supremo. En este segundo caso, que es el que efectivamente ha sucedido, lo normal es pensar que la ministra ya conocía o tenía indicios bastante próximos a cuál sería la decisión del Tribunal, y si los tenía es porque alguien se los había proporcionado, aunque también es perfectamente factible pensar que nadie se los proporcionara desde dentro del Tribunal y que ella solita llegara a tal conclusión y decidiera grabar y publicar el video manifestando su satisfacción por una sentencia que aún no había sido objeto de deliberación.

En mi opinión, sustentar la tesis de que existe connivencia entre los magistrados del Tribunal y el Gobierno en el sentido de acordar previamente el resultado de la sentencia, es no sólo una acusación presuntamente delictiva, sino que supone algo mucho más grave aún: poner en cuestión los cimientos del sistema democrático. Si esa acusación de sustenta, habrá que probarla, y si no es así, habrá que perseguirla penalmente por ser pura y simplemente una acusación de todo punto falsa que pone en cuestión la dignidad e independencia de los jueces y el funcionamiento del propio sistema democrático.

Precisamente por ello, el primer interesado en que la cuestión se aclare no debería ser el Gobierno –que también, por supuesto-, sino el propio Tribunal Supremo, puesto que la actuación irresponsable y chabacana de una ministra ha dado lugar a que muchos ciudadanos puedan cuestionarse la independencia de criterio de los magistrados del Tribunal Supremo.

Cabría pensar que mi planteamiento está influenciado por mi condición de jurista, y que el mismo denota cierta comprensión hacia la actuación genérica de los jueces. En absoluto. Que puede haber jueces corruptos que traicionen la dignidad del cargo que ocupan, es tan normal como que haya profesores que sean también unos corruptos. En ambos casos, la presencia de la escoria no supondría en caso alguno la consiguiente condena del resto de los miembros de la profesión. Es evidente que cada uno de los ciudadanos de este país tendrá experiencias que contar respecto a la actuación de los jueces. En mi caso, sólo diré que mi confianza plena en los jueces proviene de la actuación de un juez ya hoy desgraciadamente desaparecido en pleno régimen franquista. En aquella época pensaba que todos los jueces eran unos fascistas y actuaban al dictado de las directrices del ministerio de la Gobernación: era una visión totalmente falsa. Había jueces honestos que asumían el elevado riesgo de actuar de manera independiente y tratando de hacer justicia, y todo ello, a pesar de que los mismos pudieran ser en muchos casos franquistas.

jueves, 29 de enero de 2009

SENSACIONES


Cuando uno hace balance y trata de comprender el resultado que las distintas circunstancias concurrentes han establecido a lo largo del tiempo de vida, es claro que lo podemos hacer con la mentalidad del científico o con la mentalidad del individuo que ha vivido ese tiempo y que es por tanto producto también de tales circunstancias. En el primer caso obtendremos visiones “objetivas” que en muchos casos no serán más que hipótesis explicativas que podrán luego ser deshechadas con el descubrimiento de nuevos hechos o enfrentadas a otras hipótesis diversas provenientes de otros científicos. Por el contrario, cuando es el individuo que ha vivido los hechos el que sin ningún ánimo de pretensión científica analiza tales hechos, lo que se obtiene es generalmente una explicación que puede no ser válida para la comunidad científica, pero que sí lo es para el propio sujeto que la sustenta. En este último caso, lo que el sujeto alcanza es una determinada sensación que no es más que una especie de síntesis explicativa de muchos acontecimientos pasados, y que de alguna forma conforma su conciencia vital como ser humano.

Es evidente que las visiones científicas del tiempo pasado pueden ser muchas veces el mero producto de las sensaciones de los propios investigadores, bien porque éstos no actúan como auténticos científicos tratando de dejar atrás o al margen los hechos y pruebas existentes, bien porque tratan de conformar el pasado a partir de lo que se pretende sea el presente. Es claro que en estos supuestos estamos ante auténticas manipulaciones, que si bien son fácilmente advertibles por cualquier persona con dos dedos de frente, son sin embargo seguidas por un número considerable de personas con un sólo dedo de frente. Es lo que ocurre –esta al menos es mi sensación después del balance de unos cuantos años- con la supuesta transmisión de conocimientos sobre la historia de Canarias a muchos escolares. Tengo la sensación de que no es la historia lo que se da a conocer, sino una determinada visión doctrinal e interesada de la historia, y que a ello contribuye, por aquellos de que hay que potenciar “todo lo canario”, las autoridades políticas con el dinero de los impuestos de todos los canarios, tanto de los que tienen dos dedos de frente como con los que tienen uno.

Pero existen también otro tipo de sensaciones igual de interesantes. Son aquellas que aparecen estrechamente ligadas con las grandes ideologías políticas del siglo XX. En este campo, las sensaciones son dobles: por una lado, la que tienen los que siguen a pie juntillas la ideología y no son capaces de pensar jamás por sí mismos; por otro, los que se paran a pensar en un momento determinado de su vida y llegan a la conclusión (con la consiguiente sensación) de que han hecho el “canelo” durante mucho tiempo. A los primeros no me atrevería a calificarlos como más felices, pero tengo la sensación de que sí son más asimilables a alguna especie animal no racional. En cuanto a los segundos, tengo la sensación de que han ganado en humanidad y en ampliación de su respectiva capacidad de pensar por sí mismos.

En fin, que el elenco de sensaciones diversas es casi inagotable. Procuraremos en próximos capítulos ir enumerándolas.

miércoles, 28 de enero de 2009

SÍ, RESPONSABILIDAD DEL GOBIERNO DE LA NACIÓN...


¿Qué? ¿Pero es que también vamos a tener que aplicar nuestra ilimitada capacidad de comprensión al Sr. Presidente del Gobierno y a sus Ministros en el tema de la actual crisis económica? Oiga, de ninguna manera; conmigo que no cuenten, pues ya está bien de hacer el tonto…

Sí, de verdad, es que lo que pasa en España es realmente surrealista (bueno, siempre hemos sido una nación de grandes y pequeños espíritus surrealistas). A estas alturas, cuando la presencia y los efectos de la crisis económica son tan elocuentes y tan terribles para muchos españoles y no españoles que llegaron aquí atraídos por un desarrollismo económico tan endeblemente fundamentado, resulta que el Sr. Zapatero tiene la osadía (falsa valentía, en realidad) de “someterse” a una serie de preguntas sobre la crisis en un programa de la TV pública. Lo aconsejan los expertos en psicología de masas: ante la adversidad, dar la cara, aunque en realidad seas un auténtico caradura y corresponsable del origen de la crisis. Y el “invento” efectivamente funciona para alegría y alborozo del Presidente: las encuestas le siguen dando un apoyo real considerable…aunque para algunos incomprensible.

Es claro que debe de existir una explicación del fenómeno (algunos se atreven a apuntar que influye muchísimo a favor del Presidente la crisis política interna que vive el Partido Popular), pero me da exactamente igual, pues no es mi intención ahora indagar sobre la misma. Aquí, en este terreno, que cada palo aguante su vela, aunque si llegare a romperse definitivamente la vela como consecuencia de una tormenta implacable, pues no te quiero ni contar… Yo a estas alturas estoy tan descreído de economistas, politólogos y demás gente de bien vivir, que a quien único responsabilizo de la presente situación es al Gobierno de la Nación, al Gobierno de las diecisiete CCAA y a los Gobiernos de los casi nueve mil entes locales (Municipios, Provincias e Islas) que existen en este Reino.

Que no me vengan con monsergas. ¿Quieren de verdad que empiece a creer, en mi condición de españolito medio que hasta el presente ha ejercitado su derecho al voto, en una alternativa seria y rigurosa de poder a los actuales caraduras que nos gobiernan? Pues que empiecen por decir la verdad pura y dura y obren en consecuencia: que las radios y televisiones autonómicas públicas son un cáncer económico y que hay que acabar con ellas privatizándolas ya; que la creación de nuevas policías autonómicas es una tomadura de pelo; que la burocracia que se ha creado en este país no tiene más sentido que contribuir a ser cada día menos productivos; que la llamada protección de los derechos de los trabajadores es falso que vaya en todos los casos a favor de los mismos, tal y como se pone de manifiesto en estos períodos de crisis; que el ejercicio de los cargos de representación política no pueden estar retribuidos de la forma en que lo están en la actualidad, etc, etc.

Porque, de verdad, si hay algo que es fundamental en cualquier crisis de las características de la que estamos viviendo, es el ejemplo y el espíritu de sacrificio, y hasta el día de hoy, ninguno de los múltiples gobiernos que dicen gobernarnos está dando ejemplo de nada. Y quien debería empezar por dar ese ejemplo es el Sr. Presidente del Gobierno de la Nación, que hasta el día de la fecha no ha tenido la dignidad de decir a los españoles la verdad sobre la crisis…y sobre casi nada.

martes, 27 de enero de 2009

NO ES COMO OTRO TRABAJO, ES MUCHO MÁS...


En la Universidad española, ocupar uno de los denominados cargos académicos (Rector, Decano, Director de Departamento, etc.) es no sólo una carga debidamente remunerada a favor de la gestión de la institución, sino que es, sobre todo, un honor para el profesor o profesora que lo ocupa. Es verdad, en mi opinión al menos, que este honor estrictamente académico se ha desvirtuado con el paso del tiempo en un triple sentido: en primer lugar, como consecuencia de la masificación de las universidades, lo que ha conllevado a que efectivamente la ocupación del cargo se identifique más con la gestión burocrática que con la auctoritas que el cargo debería representar; en segundo lugar, con el carácter electivo del cargo, lo que se ha traducido en que muchos posibles candidatos de auténtico prestigio científico opten por no entrar a competir en un proceso electoral en el que no suele valorarse precisamente el prestigio científico y, en tercer lugar, por la retribución estipulada por el ejercicio del cargo, lo que determina que por esa vía muchos no piensen en otra cosa que en buscar un complemento al sueldo ordinario y, sobre todo, que vivan obsesionados con permanecer en el cargo y no ser desplazados por otros posibles competidores.

Hoy, en nuestras universidades, la regla general es que la pretensión de ocupar un cargo académico tiene más que ver con la denominada potestas que con la auctoritas. Es exactamente igual que lo que ocurre en el ámbito de la representación política. Ocupar un puesto de representación política no es concebido en la actualidad por los representantes como un honor y una responsabilidad de la máxima relevancia, sino que más bien, es concebido como un trabajo más al que se accede no precisamente en función de méritos personales, sino en función de haberse trabajado previamente el voto de los propios correligionarios y luego el voto de los ciudadanos, lo que determinará luego la fijación de la correspondiente retribución económica por los servicios prestados a la comunidad.

El sistema, además de discutible, está sujeto –como todo en esta vida de los humanos- a abusos y excesos injustificables: desde la fijación de retribuciones excesivas en términos comparativos con otras funciones a favor de la comunidad, hasta el reiterado escándalo que supone la aprobación de privilegios de todo tipo (planes de pensiones específicos; dietas para gastos de viaje, hospedaje y representación, etc.). Sin embargo, es este un aspecto que rara vez es objeto del debate político, entre otras razones, porque la propia oposición es partícipe también de este régimen de privilegios que en muchísimas ocasiones carece de toda justificación.

Sin duda, la recuperación de la auctoritas en la política y en la academia, es tarea complicada, pero en algún momento habrá que empezar, pues no hacerlo significará contribuir al deterioro del sistema democrático.

lunes, 26 de enero de 2009

LO CONFIESO: RECONOZCO SER UN INADAPTADO, PERO CREO QUE JAMÁS SERÉ UN BERGANTE


Pero que risa me entra cuando oigo decir que tengo suerte por trabajar en la Universidad (española, claro), que es la máxima expresión o el templo sagrado del conocimiento, la investigación y, sobre todo, donde se cultiva el espíritu crítico que hace posible el progreso (¿?) de la humanidad. Es casi todo mentira, o mejor, es expresión de un deseo o de un deber ser que dista mucho de lo que sucede en la realidad cotidiana. Lo que sí es cierto, en mi modesta opinión, es que efectivamente es una suerte poder tener un puesto de trabajo que te permite decir las cosas que realmente piensas en cada tiempo y lugar. No te despedirán por ello, lo cual, visto el panorama actual, es una bendición, pero tratarán de amargarte la vida a la mínima de cambio, pues tratar de afirmar la verdad –aunque sea tu verdad- siempre crea enemigos en uno u otro bando, ya sea entre los que creen en otra verdad distinta de la tuya, o bien, entre aquellos que defendiendo la mentira como norma de actuación no pueden permitir que alguien diga o defienda la verdad.

Durante el franquismo había en la Universidad española muchos profesores mediocres que accedieron a las cátedras por el simple hecho de ser propagandistas de la ideología sustentada por el régimen, sobre todo, teniendo en cuenta que inmediatamente después de la guerra civil fueron depurados excelentes profesores de las Universidades españolas por el simple hecho de ser personas decentes y rectas (creo que esto, junto con las depuraciones en otros niveles de la enseñanza, fue de las peores cosas que para España hizo el régimen franquista). Pues bien, pasados los años, en plena democracia, esto es, hace apenas un año y medio, yo he sido testigo de cómo algunos canallas se confabulaban para defender abiertamente la tesis -si llegare el caso, sin el más mínimo reparo moral y sin que les temblara el pulso o manifestaran un atisbo de rubor-, de condenar a un candidato a una plaza de cátedra a pesar de que el mismo fuera el que mejor currículo presentaba. No había justificación alguna, pero si era preciso utilizar alguna, esta era que se trataba de un aspirante perteneciente al Opus Dei y antes que al mismo había que votar a los de la propia Escuela.

A veces algunos de mis colegas y amigos de la Universidad me reprochan abiertamente que en mis comportamientos soy un poco extremista, vamos, que ni tanto ni tampoco. Que debo de comprender que hay unas reglas no escritas que funcionan en la Universidad desde hace ya muchos años, y que las Escuelas son las Escuelas y las oposiciones son un invento que nadie realmente se cree funcionan sobre la base de los principios constitucionales de la capacidad y el mérito de los candidatos.

Y claro, es posible que todos estos tíos y tías pues a lo mejor tengan razón, y que el inadaptado sea yo. Pero si así fuere, entonces me veo en la obligación de afirmar que Franco y el régimen que funcionó en España durante cuarenta años, actuaban en materia universitaria con más honestidad que la que es atribuible en la actualidad a tanto bergante en la Universidad española: lo determinante era la aceptación del régimen (lo que llegó a transformarse en una mera formalidad con el paso de los años), mientras que hoy lo determinante son los votos con los que cuenten en el seno de un tribunal los bergantes (que estarán dispuestos a cometer las mayores canalladas envolviéndolas en un manto de formalidades vacías que desvirtúen los principios de capacidad y mérito de los concursantes). No parece que el nuestro sea un país para viejos….aunque aún lo sea para bergantes.

viernes, 23 de enero de 2009

¿QUÉ ES UN GOBIERNO DE CONCENTRACIÓN?


La primera respuesta que se me ocurre viviendo en una sociedad que se rige por un sistema democrático, es que hablar de un gobierno de concentración es lo mismo que hablar de un gobierno dictatorial “autoimpuesto”, puesto que la característica central de la democracia es el pluralismo político y este último desaparecería si la oposición y el gobierno se confundieran (se concentraran) en el gobierno anulándose así la existencia de la oposición. Seguiría existiendo oposición al gobierno, sí, pero ya no sería una oposición “institucionalizada” como tal que hiciera de oposición a través de las reglas previstas para tales casos por el sistema. Los únicos opositores serían aquellos que estando en general en desacuerdo con la desvalorización cotidiana que muchos políticos hacen de las reglas de la democracia, a partir de este invento pasarían ya definitivamente a ser irrecuperables para el sistema democrático.

Bueno, se me dirá, pero eso es confundir las cosas. En realidad, cuando se habla de “gobierno de concentración”, a lo que se está haciendo referencia es a la existencia de circunstancias extraordinarias que aconsejan que todos, gobierno y oposición, “arrimen el hombre” a fin de así afrontar un período de dificultades objetivas –en el presente caso económicas- de la mejor manera posible. Bueno, esta razón ya me parece más seria, porque efectivamente, ante las difíciles circunstancias que estamos viviendo y que viviremos en nuestra economía nacional, insular, local, familiar y personal, es comprensible que un mínimo sentido de solidaridad entre la clase política no lleve a ofrecer a los grupos de la oposición el pasar a formar parte del gobierno, pues ello supondrá automáticamente tener acceso, como gobierno, al presupuesto público. Esto último jamás se reconocerá (es preferible hablar de las dificultades que sufren otros, el llamado pueblo, en nombre del cual se asume el sacrificio de renunciar a la oposición y meterse en el gobierno), pero es así de crudo y vulgar: a más de uno de la oposición se le van a resolver rápidamente los apuros económicos que genera la crisis.

¿Hay buena fe en la propuesta de hacer un gobierno de concentración? Por supuesto que sí. Faltaría más. Pero llevar el debate por ahí es un error, porque no se trata de dejar de reconocer que todos (gobierno y oposición) piensan exclusivamente en los intereses de los ciudadanos, sino de afirmar que el mejor servicio que se le puede hacer a esos mismos ciudadanos es que exista una oposición seria y rigurosa que responsablemente critique las decisiones del gobierno que tenga que criticar y apoye aquellas otras que tenga que apoyar, pues eso es lo que ellos han decidido democráticamente que debe de ocurrir.

Yo creo que en momentos de dificultades económicas, lo que hay que hacer es gobernar, esto es, adoptar decisiones que pueden ser duras y que pueden generar mayor oposición que la habitual, pero es ahí donde se pone de manifiesto el liderazgo político y la responsabilidad que exigen los ciudadanos a sus gobernantes.

jueves, 22 de enero de 2009

ESFORZARSE EN PENSAR POR SÍ MISMA/O


Si me preguntaran cuál es el signo fundamental caracterizador de un sistema democrático, contestaría sin ningún género de dudas que este es el de la existencia de controles diversos e independientes al ejercicio del poder político. El que no cree en el sistema o lucha contra el mismo, calificará esta respuesta, si no como estúpida, sí al menos como una mentira ideológica que el propio sistema se encarga de propagar a fin de ocultar que el poder político no es más que un instrumento utilizado por el poder del dinero para lograr sus particulares intereses. Entre una y otra posición está siempre la realidad, y esta nos enseña que es en las sociedades organizadas bajo los principios de la democracia donde se cumple en mayor grado. con el principio de que efectivamente el ejercicio de todo poder (político o no) está sujeto siempre a algún tipo de control independiente.

Viene a cuento este tipo de reflexión con ocasión de haber escuchado en la COPE dos debates mañaneros dirigidos por Jiménez Losantos en torno a dos cuestiones de actualidad: la fotografía realizada a Soraya Saenz de Santamaría y la invasión de Gaza por parte del ejército israelí. En el primer debate, el Sr. Jiménez Losantos sustenta la tesis de que la fotografía de Soraya es una muestra poco menos de deleznable del nuevo rumbo que ha tomado el Partido Popular del Sr. Rajoy; vamos, que de lo que se trata es de poner en práctica una política de acercamiento al PSOE que conduce a situaciones tan absurdas como la de posar para obtener una fotografía que “transforme” a Soraya en “Chica Almodóvar”. En el segundo de los debates, de lo que se trata es de poner de manifiesto que criticar la invasión de Gaza es poco más o menos que ponerse al lado de Hamás.

Es sabida la pasión que suele caracterizar a Jiménez Losantos en la defensa de sus tesis. En los casos reseñados, entre los contertulios que participan en el debate, son Luis Herrero y Pedro J. Ramírez los únicos que “se atreven” a contradecir las tesis sustentadas por el director del programa. En un caso, Luis Herrero, para defender la foto de Soraya. Y en el caso de Pedro J. Ramírez para condenar que la muerte de tan alto número de civiles inocentes en Gaza invalida a todos los efectos la invasión del ejército israelí, que resulta a todas luces totalmente desproporcionada. Ni que decir que la reacción de Jiménez Losantos fue en ambos casos la de cerrarse en banda y no aceptar en absoluto las razones de los otros contertulios. En otras palabras, fue, en mi opinión, una reacción bastante irracional.

Es claro que el poder que ejerce Jiménez Losantos (o Iñaki Gabilondo en la cadena 4 de TV) a través de un medio de comunicación escuchado por muchos miles de españoles es muy alto. Sus opiniones conforman o contribuyen a conformar la opinión de sus oyentes o teleespectadores. Sobre ese poder indudable sólo existe un límite específico, el que viene fijado por el ejercicio de la libertad de expresión. En este caso, el poder de estos “comunicadores” no se renueva de manera periódica como el de los políticos, sino que el mismo se perpetua en el tiempo y me atrevería a decir que aumenta con el tiempo. Sólo el correlativo aumento de la capacidad crítica de los ciudadanos a la hora de procesar las informaciones y opiniones recibidas desde diversas fuentes, es decir, de su capacidad de pensar por sí mismos, puede impedir que sean los “profesionales de la comunicación” los que se lleguen a creer que son ellos los que en un sistema democrático tienen el derecho a ganar elecciones, cambiar gobiernos, poner y quitar ministros, adoptar decisiones de política económica, fijar estrategias de partido, etc. Cuando esto último sucede, el sistema democrático se pervierte.

miércoles, 21 de enero de 2009

!BASTA YA¡


Los que están encuadrados y autoencuadrados en la llamada izquierda progresista (ya no puede decirse española, puesto que está diferenciada según la nación o pseudonación a la que se pertenezca: vasca, catalana, gallega, manchega, canaria…), y aquellos otros que lo están en la llamada derecha conservadora (nacionalista no española según ellos y española ), es claro que además de ser felices, pues siempre es un incentivo para ello tener identificado de manera clara quién es el enemigo a batir, están permanentemente en la inopia (que también es otra forma de vivir feliz). Bueno, en realidad, más que estar en la inopia, lo que están es en otro tiempo histórico que les incapacita para ser capaces de ver y comprender que existiendo unos valores claves sobre los que cabe la discrepancia, existen otros -la mayoría y decisivos- sobre los que debe existir un acuerdo unánime que no debe de estar sujeto a chalaneos y modificaciones coyunturales por puro oportunismo político.

Parece, según todos los indicios, que en los últimos tiempos el Partido Socialista ha iniciado una senda dirigida a “poner patas arriba” esos valores fundamentales, o mejor, a agudizar tendencias que ya venían de atrás y que cada día que pasa se exteriorizan con mayor intensidad como tendencias dirigidas a poner en cuestión valores que habían sido establecidos como mínimos infranqueables y garantizadores de la convivencia en paz y libertad de todos los españoles.

Y no se trata de ser catastrofistas y de acusar de manera infundada al PSOE y al Gobierno de la Nación como protagonistas o al menos favorecedores del “rompimiento de España”. De lo que se trata, más exactamente, es de manifestar que algo se mueve en España en los últimos años cuando cada día que pasa es cada vez más frecuente que la gente que era encuadrada por otros en la izquierda o que ellos se autocalificaban como de izquierda pero sin vivir de las rentas del poder, se atreven a decir públicamente y cada vez más alto y claro, que la situación política en España es mucho más grave que la propia situación de crisis económica por la estamos pasando.
Como observador no muy detallista de la realidad en la que vivo, percibo que en este país nuestro se está produciendo una sana confluencia entre la gente de derechas y de izquierdas y aquellas otras personas que “pasan” de estas limitadoras etiquetas, en el sentido de empezar a gritar (a grito pelado) que BASTA YA de tanta irresponsabilidad, tanto despilfarro, tanta estupidez, tanta descentralización irracional, tanta policía autonómica, tanto consejero, tanto funcionario estatal, autonómico, local-provincial y local-municipal, tanta reivindicación injustificada, tanta vagancia, tanta corrupción, tanta convocatoria de examen, tanta ….. falta de seriedad .

¿Quieren de verdad empezar a arreglar el problema de la justicia? Pues empiecen por impedir que cualquier concejal de los miles de municipios de esta nación llamada España pueda ponerse un sueldo neto mensual superior a los 3.500 euros y cuatro dobles pagas al año por el importe del sueldo mensual completo. Esta cantidad ni la gana un juez ni la gana tampoco un catedrático de universidad, y así no se puede continuar por más tiempo…. ¡BASTA YA DE TANTA IRRESPONSABILIDAD¡

martes, 20 de enero de 2009

NO HAY QUE EXAGERAR, PERO LA VERDAD ES QUE LAS NUEVAS REALIDADES TECNOLÓGICAS RESULTAN ACOJONANTES


Aquí y en la China, cada cual cuenta su película de la vida “a sigún y como le vaiga, oiga”. Pero tal vez, una de los elementos comunes a todas esas versiones particulares es casi siempre el de la nostalgia que suelen expresar los mayores por los acontecimientos pertenecientes al tiempo ya pasado. En realidad, objetivamente, no se trata en puridad de que tales tiempos y tales acontecimientos fueran mejores por el simple hecho de ser pasados, sino más bien, de que los mismos sucedieron con unos protagonistas que hoy, desde el presente, los añoran porque a su vez añoran un tiempo vivido que jamás volverá.

Los que hemos pasado de los cincuenta, además de ser calificados por los jóvenes –y también por la historia, aunque sea pequeña- como auténticos puretas, empezamos poco a poco a mostrar los primeros síntomas nostálgicos, manifestación patente de un cambio no precisamente climático, aunque si biológico, neurológico, psicológico y hasta de compostura. Empezamos por escandalizarnos de las pautas de comportamiento de los jóvenes, con la consabida retahíla de la ausencia de valores y demás sandeces, y terminamos entrometiéndonos en las cambiantes normas que rigen la moda, olvidando que cuando éramos jóvenes –al menos es mi caso- el peluque nos llegaba hasta los hombros y teníamos que soportar al típico ignorante –pero portador de los valores entonces tradicionales en cuanto a hombría- que desde un coche sacaba la cabeza por la ventanilla y nos gritaba “!pélate gediondo¡”.

Hasta que no cumplí los once años no llegó a mi ciudad el primer televisor en blanco y negro. Todas las tardes un grupo de niños –las niñas entonces hacían vida social separada obligatoriamente- nos concentrábamos delante del escaparate de Calypso, y allí veíamos las imágenes sin sonido, todo ello mezclado con miles de puntitos en la pantalla, hasta que se cortaba la emisión por dificultades técnicas del “repetidor” situado en El Teide. En fin, qué quieren que les diga, de niño me lo pasé muy bien en mi ciudad, en mi calle, con mis amigos, con mis hermanos….

Y ahora, pues eso, vida cibernética total, teléfonos móviles, coches (hasta tuneados), marcha, botellón, porros, solidaridad, más conocimientos, más cultura, más preparación, más oportunidades, más valores (algunos distintos, como el respeto a la homosexualidad o la condena a la violencia machista)… blogs, facebook, internet…. Acojonante.

lunes, 19 de enero de 2009

EL PRIMER GOLPE ES EL MÁS IMPORTANTE


No me refiero al primer golpe en el cuadrilátero, aunque también aquí el primer golpe puede ser decisivo en cuanto a los efectos, sino al primer golpe que se da con la transmisión de una noticia. En este campo, como en casi todo, hemos aprendido de los norteamericanos, sólo que, como es frecuente, de lo que allí procede aprendamos antes lo negativo y sólo mucho más tarde lo positivo.
La técnica es bien elemental y sencilla de entender y aplicar, y sus efectos perniciosos sobrecogedores. No hay forma humana de contrarrestar esos efectos por ninguna vía, pues el poderlo hacer supondría que se dispondría de varias cadenas de televisión, periódicos, radios, etc. que dieran la noticia en sus justos términos, esto es, sin ánimo de manipular la conciencia de los espectadores, lectores u oyentes que la escuchan.

El expresidente del Gobierno Sr. Aznar, hace unas declaraciones a una revista. El periodista que ve la entrevista entresaca alguna frase y transmite la noticia: “Aznar señala que la elección de B. Obama en Estados Unidos es un exotismo”. Los medios de comunicación afines y no afines, sin conocer la entrevista original, se limitan a repetir la noticia –claramente tergiversada y descontextualizada-, o mejor, el mensaje manipulado que se presenta como noticia. Además, los medios no afines, destacan especialmente la falsa noticia, que llega incluso a la boca del secretario de organización del PSOE que la utiliza políticamente para reconfirmar que Aznar no sólo es una facha desde el punto de vista ideológico, sino además, un racista.

Aunque Aznar trata de contrarrestar los efectos de la noticia, ya es demasiado tarde. En las conversaciones de café y cortado de todos los bares de España ya se ha extendido que el expresidente Aznar ha vuelto a hacer una de las suyas….

Moraleja: procurad que el primer golpe no os deje nunca noqueados. Poned el cerebro en funcionamiento y tratar de averiguar siempre la verdad. Es un consejo de la Asociación Española de Consumidores de prensa, radio y televisión. Que los prejuicios ideológicos no nublen tu vista, tu oído ni tus sentidos de hombre/mujer libre.

viernes, 16 de enero de 2009

AGUDIZAR LAS CONTRADICCIONES EN EL SENO DEL PUEBLO


Que frase tan sonora y que me trae tantos recuerdos de una etapa de mi vida que ahora me parece lejana pero que en términos de tiempo vivido es un auténtico suspiro. El objetivo no era otro que la consecución de la Revolución. Se trataba, en suma, de crear las condiciones objetivas para que lo que era un germen inherente al sistema capitalista (el principio de su propia e inevitable autodestrucción) se acelerara al máximo mediante la sacrificada labor de los que formaban la vanguardia del proletariado y sus adláteres (estos últimos éramos nosotros, los estudiantes revolucionarios).

Cuando ahora miro hacia atrás y pienso en los resultados que históricamente ha conseguido la humanidad a través de las revoluciones acontecidas durante el pasado siglo XX, me entra un repelús en el cuerpito y en la mente que ahora tengo de pequeñoburgués, que menos mal que se amortigua de forma inmediata comprobando que vivo en un sistema democrático en el que rigen las otrora denostadas libertades burguesas. Y es que de haber estado viviendo en una sociedad que fuere resultado de la revolución (la cubana, por poner un ejemplo paradigmático), ahora no tendría repelús, sino que seguramente o estaría muerto, en la cárcel o exiliado (descarto plenamente la posibilidad de haber estado en el poder corrupto de la nomenclatura dirigente).

Sin embargo, el viejo lema marxista-leninista consistente en la agudización de las contradicciones existentes en el seno del pueblo, además de que el mismo no ha perdido actualidad para las fuerzas políticas que se siguen inspirando en esos postulados (p.ej. Chávez en Venezuela), es obvio que ha cambiado radicalmente de significado para aquellos que hoy analizamos la realidad desde una perspectiva más realista y, sobre todo, humana. Hoy, ese lema opera en el ámbito de la lucha incruenta que se plantea en cada proceso electoral por la consecución del poder político. Es aquí, en este ámbito, donde los partidos democráticos tratarán de poner de manifiesto las contradicciones flagrantes en las que incurre el partido adversario a fin de así convencer al votante de la mayor idoneidad de sus propias tesis a la hora de asumir la responsabilidad de gobernar.

Algunos podrán pensar que esto último es en verdad muy poco emocionante y poco proclive a generar adrenalina, y seguramente no les falta razón. Bueno, pues por eso es a mi juicio positivo que existan conformadores de opinión que desde distintos ángulos “bombardeen” al electorado para que el mismo saque sus propias conclusiones, y por esa misma razón, me parece inaceptable y claramente antidemocrático que se tilde a la COPE y a Jiménez Losantos como subvertidores del orden democrático, cuando en realidad cumplen con esa fundamental misión que en el último franquismo se denominaba “contraste de pareceres”, sólo que en este caso con el maravilloso añadido de que sus opiniones generan muchas veces buenas dosis de adrenalina y otras constituyen un incentivo para poner en funcionamiento el cerebro.

jueves, 15 de enero de 2009

O SEA, QUE LE TRATO BIEN Y VA USTED Y ME PONE A CAER DE UN BURRO...


Su cara cambió de expresión cuando le solté así, sin ningún tipo de miramiento y con gesto contrariado, la confirmación de que era un auténtico hipoputa. El muy canalla trató entonces de fabricar sobre la marcha una especie de disculpa o explicación que justificara su cobardía y malsana hijoputez. No se lo permití. Me limité a decirle que no me interesaba lo más mínimo lo que pudiera contarme, y que a partir de aquel preciso instante no quería volver a saber jamás nada sobre él. Vamos, que pasaba a ser para mí como un muerto al que no se le recuerda porque resulta ser un extraño.

Había sido una buena amiga la que me había hecho llegar la información. Un buen día se encontró en la calle con un amigo suyo y este empezó a criticar mi actuación en una etapa en la que ocupé un cargo público. Que si era un sinvergüenza, que si había “metido por la cara” en la Administración a una serie de personas sin habar concurrido al puesto mediante preceptivo proceso selectivo, que si estaba imputado por la fiscalía por prevaricación al haber adjudicado una obra “a dedo”…. En fin, todo un rosario de falsedades y acusaciones sin fundamento que al parecer constituían la “comidilla” de un conjunto de funcionarios a los que tuve la desgracia de conocer y sufrir durante ese período de mi vida.

En mis actuaciones como ser humano siempre he procurado actuar con seriedad y rigor, de manera amable y sin desearle el mal absolutamente a nadie, y cuando ha sido necesario y he podido ayudar a alguien siempre que ello no supusiere vulnerar la legalidad, lo he hecho sin ningún tipo de reparo. Precisamente por eso, a estas alturas de mi vida, me da simplemente asco saber que existen tipejos a los que siempre traté amablemente y con corrección, transmitiendo bulos con la única y exclusiva finalidad de hacerme daño mediante el desprestigio de mi trayectoria personal y política.

Se que el saber perdonar es una virtud e incluso una necesidad, pero siento decir que cuando me entero de estas infrahistorias, lo que denota mi alma es la ira contenida ante tanto canalla y cobarde pululando por esta sociedad de pequeños y grandes miserables de espíritu. Malditos seáis y que Dios os castigue con el fugo eterno.

miércoles, 14 de enero de 2009

¿DEBERÍA REPROCHÁRSELO A MIS PADRES?


A veces me asalta la duda de si mi incapacidad manifiesta para asumir muchos de los procederes de la mayoría no se conforma como causa de infelicidad, y si ello, además, no es consecuencia de la educación que me dieron mis padres.

He de reconocer, ante todo, que yo me siento plenamente feliz de cómo soy en la actualidad, esto es, de mi manera de ver la vida y de los valores que tengo asumidos como fundamentales, y que en buena medida me inculcaron mis padres, maestros y profesores. Sin embargo, ello no es óbice para que alguna que otra vez me plantee por qué no sucumbir y abandonarse a la tendencia que marcan las actuaciones del grupo o de la masa en medio de la cual vivimos, a fin de así lograr mayores niveles de felicidad o, en su caso, niveles distintos o diferenciados de la felicidad a la que estamos acostumbrados.

Hoy, mientras daba mi paseo a favor del régimen (del régimen contra el exceso de peso, se entiende), al pasar por una de las calles de una urbanización me fijé detenidamente en el muñeco de Papá Noel que en este caso escalaba la pared exterior de un chalet con la frustrada intención de acceder al tejado. Está claro que el muñeco seguía allí en su aventura imposible e inanimada, a pesar de que ya hace unos días que se han apagado las luces de la Navidad. Me paré, lo miré detenidamente y de forma automática pensé: ¿Por qué no nace en mi corazón la necesidad de colocar el muñeco de Papá Noel subiendo por el tejado de casa? ¿Acaso no soy yo como la mayoría de ciudadanos que colocan el muñeco escalador y manifiestan así, de manera casi que estentórea, su feliz espíritu navideño? ¿No estaré yo siendo menos feliz al dejar de colocar este signo evidente de la Navidad y del espíritu que a todos nos embarga en esas significadas fechas?

Terrible –aunque intrascendente- cuestión, pensé. La respuesta, sin embargo, no se hizo esperar: es que yo no soy igual a aquellos otros que manifiestan su felicidad en Navidad de esta manera. Cada “maestrito con su librito”, y mi forma de manifestar el espíritu navideño nada tiene que ver, ante todo, con Santa Claus, Papá Noel o San Nicolás, que son todo lo mismo y que me resulta un personaje extraño a las tradiciones navideñas que siempre he vivido desde chico. En mi casa lo prioritario no era Papá Noel, ni siquiera lo era el árbol de navidad (ya lo disfrutábamos viendo el árbol del Orfeón La Paz en la calle de la Carrera de La Laguna), sino que el símbolo de la Navidad era el portal, que cada año confeccionábamos entre todos los hermanos, primero con figuritas de barro y luego, con el paso de los años, con figuras de plástico, lo cual ya supuso un retroceso.

Pero junto a la reflexión anterior, también pensé que era totalmente absurdo y propio de estúpidos reírse por lo bajini de aquellos que colocaban en sus casas el muñeco de Papá Noel, calificando tal hecho como una auténtica horterada. Este tipo de actitud denotaba una especie de superioridad injustificada frente a los que optaban por manifestar de esa forma su espíritu navideño. Posiblemente, me dije, mi “respetable” costumbre de hacer el portal fue seguramente en su día calificada por otros como una muestra propia del populacho que era motivo de burla y sorna por los más ilustrados.

Finalmente, llegué a la conclusión de que no tenía absolutamente nada que reprocharles a mis padres. Las bases de la educación que me dieron me permitían mirar con simpatía el muñeco de Papá Noel trepando por los tejados, balcones y ventanas, y pensar que a lo mejor mis hijos o mis nietos verían también en el futuro con simpatía las manifestaciones novedosas que por entonces mostrara el espíritu navideño, mientras que ellos, siguiendo la tradición, se limitarían a colocar figuras de Papá Noel trepando por los tejados, balcones y ventanas de sus casas.

martes, 13 de enero de 2009

CADA DÍA QUE PASA ME CUESTA MÁS ENTENDER LA POLÍTICA Y A LOS POLÍTICOS


Días de crisis económica que según todas previsiones se agravará a lo largo de este año 2009. Sin embargo, yo aún no la he percibido, pues la crisis no me ha arrebatado mi puesto de trabajo y puedo de esta forma hacer frente a mis gastos ordinarios mensuales. Pero por lo que veo en la televisión, leo en la prensa y escucho en la radio, cada día que pasa aumenta el número de personas que se van al paro, y es factible que la cifra de parados pueda llegar a superar los cuatro millones.

Dicen los economistas y los "opinadores" que a diario inundan por las mañanas los medios de comunicación, que los tiempos de crisis son buenos para replantearse muchas cosas, entre otras, la forma de hacer las cosas, la necesidad de profundizar en conocimiento, investigación e innovación, en producir con mayores cotas de calidad, en fin, que "no hay mal que por bien no venga". La verdad es que estoy un poco harto de ellos. ¿Pero y los políticos? ¿Qué dicen los políticos con relación a la crisis? Pues he tratado de averiguarlo y no encuentro nada al respecto. Parece que el Gobierno de la Nación es el único que adopta medidas contra la crisis que sinceramente yo todavía no he llegado a comprender en su plenitud . Estoy por acudir a mi entidad financiera a solicitar una ampliación de mi actual hipoteca a fin de así comprobar si efectivamente las medidas del Gobierno han hecho o no efecto en la economía real, es decir, en mis necesidades de consumo e inversión.

La verdad es que este gobierno del PSOE me ofrece muy poca credibilidad (al menos en lo que se refiere a su Presidente), y creo también que hace mal el Gobierno no implicando al principal partido de la oposición en el necesario debate y adopción de medidas para atajar la crisis. Exactamente igual me ocurre con el principal partido de la oposición. Creo que no están dando la talla en este asunto y que no están, fundamentalmente, exigiendo al Gobierno la adopción de las políticas precisas para empezar de verdad a remontar la crisis.

Sin embargo, lo peor que nos puede ocurrir es que no se haga nada o casi nada respecto a la crisis (al margen, claro está, de fabricar y repartir dinero), y que con el paso del tiempo nos veamos luego como hoy están los jueces, secretarios, oficiales, auxiliares, demandantes, demandados, procesados, imputados, testigos, etc., esto es, en una crisis permanente por incapacidad de la política y los políticos.

lunes, 12 de enero de 2009

CEGUERA IDEOLÓGICA


No voy a entrar a considerar el grado de mayor o menor utilidad que para la vida social de un sujeto pueden tener sus convicciones ideológicas, sobre todo, en el terreno de la política. El hecho incuestionable es que tales convicciones existen y que las mismas determinan no exactamente el obrar individual (porque entonces ya sería el colmo de los colmos y tanto como negar que la libertad siempre se ejercita de manera individual), pero sí el contexto o la atmósfera en el que se desarrollan los individuos como parte de la masa. Desgraciadamente, lo que suele prevalecer en términos sociales no es la suma de la visión individual –reflexiva y crítica- de cada humano, sino que más bien, es la visión de determinados individuos la que se extiende y prevalece como propia del resto de los humanos que conforman un barrio, un pueblo, una ciudad, una país, una nación… y no digamos ya un partido político. En este último caso, los llamados “militantes” del partido, si por algo se caracterizan, es por conformar un bloque ideológico que asume y repite con firme convicción y disciplina las “verdades” en cada caso confeccionadas y propagadas por los dirigentes supremos o por aquellos otros que operan profesionalmente como ideólogos del partido. En este terreno, lo encomiable es la defensa a ultranza de las convicciones (aunque sean las de otros que se hacen propias muchas veces por disciplina o temor a su cuestionamiento) y la negación de las convicciones del “enemigo” o “adversario”, y si preciso fuere, la negación de la propia realidad (pues en este terreno es muy normal que se suela caer en la obcecación).

A mí me parece que algo de lo anterior está presente en el comportamiento y las actitudes que están manifestando de manera clamorosa o vergonzosa los dirigentes del Partido Popular con relación a la intervención militar israelí en Gaza. De momento, tales dirigentes se han limitado a no decir ni pío respecto a los acontecimientos, permitiendo –en mi opinión irresponsablemente- que sean otros (fundamentalmente los periodistas y demás creadores de opinión afines a la ideología del Partido Popular), los que fijen las pautas de actuación, y que están posibilitando que los ciudadanos que no ostentan la condición de militantes del PP establezcan una identificación entre este partido y los intereses no ya del Estado israelí, sino del actual Gobierno israelí (del que por cierto forma parte el partido laborista, es decir, socialista), en cuanto a la justificación militar, política y moral de la intervención en Gaza.

En mi modesta opinión, son este tipo de actuaciones las que vienen a poner de manifiesto que los actuales dirigentes del PP “están más perdidos que el barco del arroz” y que son incapaces de conectar con los sentimientos de millones de españoles que no pueden comprender que la fuerza de la razón que, sin duda, asiste a Israel en cuanto a su legítima existencia como Estado, pueda ser sustituida por la razón de la fuerza de una manera tan desproporcionada, injusta e ilegal y con las nefastas consecuencias que para todos (no sólo para Israel y su población) se van a derivar de semejante actuación.

Como ciudadano, me hubiese encantado que la manifestación que ayer se celebró en Madrid hubiera estado convocada por el Partido Popular o, al menos, que en su cabecera figuraran los principales dirigentes del Partido Popular. Está claro que no ha sido así, y que ahora todo se limita a tratar de ridiculizar al grupo de artistas que elaboraron un manifiesto en apoyo de la convocatoria, llamándolos “titiriteros” del PSOE. En dos palabras: lamen – table.

viernes, 9 de enero de 2009

ME GUSTA QUE LA VIDA ME SORPRENDA


¿Y cómo? ¿Tal vez sacándome la lotería? Bueno, pues también, por qué no. Al fin y al cabo es un juego de azar organizado por el Estado para obtener ingresos por vía indolora y tener además al personal permanentemente contento y ocupado –sobre todo a los desocupados- bajo el efecto ilusionante de llegar a ser millonario. Ya sabes, dinero es Don Dinero, poderoso caballero. Pero no, no son este tipo de sorpresas a las que me refiero, ni tampoco a aquellas otras a las que alude la canción “Pedro Navaja” de Rubén Blades: “sorpresas te da la vida…., tararí, tarará…”.

Las sorpresas que me atraen de verdad son aquellas otras que tienen que ver con lo cotidiano, y que suponen un rompimiento momentáneo de la inercia y la rutina que de manera indefectible marcan el transcurrir de la vida misma.

Me encanta comprobar cómo en una oposición a una plaza de profesor en la Universidad (en la nuestra o en cualquier otra Universidad española), a algunos de los miembros del tribunal se “les funden los plomos” y actúan contrariamente a las consignas que con carácter previo les habían dado sus “maestros” para que su voto fuera a un determinado candidato. Este tipo de sorpresas y manifestaciones patentes de “desobediencia” son muy de agradecer, pero así y todo, aún existiendo, sirven para bien poco, pues la aplicación corrupta del sistema de selección del profesorado ni se resiente por ello ni se altera en lo más mínimo. Pero en fin, es una sorpresa agradable que estas cosas ocurran de vez en cuando.

Me gusta comprobar que existen personas capaces de poner en riesgo su empleo –y a veces hasta su propia vida- por salir en defensa de alguien que ellos estiman es víctima de una injusticia. Y no hablo de la respuesta a las grandes injusticias existentes en este mundo, sino a aquellas otras que se suceden diariamente y respecto a las cuales solemos desentendernos en tanto no nos afecten de manera directa. Son pequeños detalles, pero que tienen una gran relevancia a la hora de preservar la dignidad humana frente a ataques que la ponen en cuestión.

Me sorprende gratamente conocer personas que por amor son capaces de soportar el sufrimiento ellas solas para así evitar hacer sufrir a la persona amada. Es la expresión máxima del amor. Y aún siendo el matrimonio, como de verdad lo es, compartir entre marido y mujer lo bueno y lo malo de la vida, nada obstaculiza a que el sentimiento amoroso –una de cuyas manifestaciones más importantes es la generosidad- de un paso más allá e impida que el sufrimiento de uno sea compartido por el otro.

Me solidarizo plenamente con las personas que se autocalifican como “políticamente incorrectas”, y cuando conozco a alguna de ellas (he conocido a dos amigas en facebook que lo son sin ningún tipo de complejos), me alegro muchísimo, pues aún pudiendo discrepar en algunos detalles, son personas francas que defienden con convicción sus puntos de vista “pese a quien pese”. Son este tipo de personas las que necesita cualquier sociedad, pero sobre todo, la sociedad española actual, en la que a veces parece prevalece el espeso “silencio de los corderos”.

Me sorprende… poder publicar mis paridas en internet y que haya amigos y amigas (a lo mejor también enemigos y enemigas) que las lean. Es algo que agradezco y que me agrada.

jueves, 8 de enero de 2009

ISRAEL-PALESTINA: EL ODIO INSUPERABLE


Para los que no conocen esa comunidad virtual (y cada día más real) que funciona en internet llamada Facebook, es típico en la misma la profusión de mensajes a través de los cuales se solicita a los internautas su adhesión a determinadas causas, personas, ideas, iniciativas, etc. Ayer recibía una invitación de una amiga en la que me proponía mi adhesión a un grupo que tenía que ver con los crímenes cometidos por los “rojos” en Paracuellos del Jarama durante la guerra incivil española. Las opciones eran, si mal no recuerdo, pinchar en el recuadro de “adhesión” o bien en el de “ignorar”, y mi respuesta automática, sin ningún género de dudas, fue pinchar en la segunda opción.

Sin duda, esta propuesta que circula en Facebook no es más que una de las muchas respuestas espontáneas de ciudadanos que se sienten cabreados ante lo que ellos interpretan legítimamente como una provocación por parte del Gobierno de la Nación con la aprobación de la denominada Ley de la Memoria Histórica. La guerra incivil española está ya lejana en el tiempo, y no debe seguir siendo un motivo para emplearla como arma arrojadiza en el terreno de la política democrática actual. Es una falsedad pretender presentar al Partido Popular como partido que se identifica con uno de los bandos ganadores de la guerra incivil. Este tipo de pretensiones, aparte de su maldad intrínseca, implican querer mantener vivo el odio que generó la guerra entre los españoles.

Si la guerra incivil de España finalizó en el año 1939 y casi setenta años después es aún capaz de provocar el despertar de viejos odios, ya se pueden imaginar cómo se plantea esta misma situación con relación al conflicto entre el Estado de Israel y los palestinos, en el que estos mismos días son objeto de muerte y destrucción personas y bienes en la franja de Gaza.

Como sucede con casi todo, pero especialmente con los conflictos bélicos ajenos, esta manifestación de violencia extrema –y en mi opinión desproporcionada- que está suponiendo la intervención militar israelí en Gaza, da lugar al correspondiente posicionamiento político-ideológico: si es usted de izquierdas, ha de condenar sin ningún género de dudas la intervención militar israelí y declararse defensor del pueblo palestino; por el contrario, si es usted de derechas, o bien da la callada por respuesta y se hace literalmente el loco o la loca ante el conflicto, o bien, se declara firme partidario del derecho de Israel a defenderse contra los ataques de la organización terrorista Hamás.

Y en medio de todo, las víctimas y los que vamos de tontos perdidos. En la guerra incivil de España hubo ante todo víctimas inocentes, pero también culpables de uno y otro bando. Los que perdieron la vida con la conciencia clara de pertenecer a un bando, lo hicieron hasta cierto punto de manera feliz: dieron su vida por la patria. Los que fueron movilizados forzosamente –en uno y otro bando- para la defensa de la patria y dieron su vida (en el frente o asesinados en la retaguardia) sin saber bien a ciencia cierta qué era la patria, fueron auténticamente infelices y víctimas de verdad. En el conflicto israelí-palestino ocurre algo similar, pero con la importante diferencia de que aquí uno de los bandos es un ejército eficaz y bien organizado, y el otro es un grupo calificado como terrorista. Uno de los bandos es un Estado democrático y el otro es una sociedad sin Estado y con grupos político-militares cuyo único objetivo y sentido en esta vida es la destrucción del Estado de Israel. Y en medio de todo, los palestinos, hombres, mujeres y niños que no han podido abandonar el infierno que supone vivir en Gaza soportando a unos dirigentes descerebrados capaces de matar sin dudarlo a los propios palestinos que se atreven a poner en cuestión sus métodos y objetivos.

¿Y qué decimos los tontos que vivimos en un país en el que ya han empezado, agraciadamente, las rebajas de El Corte Inglés? Pues eso, que el odio es la peor semilla que puede fructificar en el seno del pueblo (y esto no lo dijo Mao). Que en Israel y Palestina –sobre todo en la segunda- hace falta acontezca el milagro de un Nelson Mandela que propagó el perdón antes que el odio y olvidó las atrocidades cometidas por algunos blancos contra él y sus congéneres negros, y sobre todo, que somos muchos los que esperamos que la nueva Administración norteamericana sea capaz de poner de acuerdo a palestinos e israelíes para que por fin puedan empezar a convivir pacíficamente sobre la base de la mutua renuncia al odio, fuente de todos los males pasados, presentes y futuros. Que esto último ni es de derechas ni de izquierdas, pues seguramente, pero que le vamos a hacer… no todo pueden ser estúpidas certezas en esta vida. A veces es preferible ser un tonto y creer en que es posible pelear por erradicar el odio de nuestras acciones cotidianas.

miércoles, 7 de enero de 2009

BERTA FRÍAS MARRERO


Como triste colofón de un año un poco duro en el ámbito personal y familiar, ayer por la mañana el amigo y compañero de Departamento Paco Clavijo me llamó para darme la mala noticia de la muerte de Berta Frías. Berta ha sido profesora de Derecho Financiero y Tributario en la Universidad de La Laguna en los últimos veintidós años. Hacía ya algún tiempo que venía peleándose, en clara desventaja, con el cáncer, y finalmente la enfermedad ha logrado acabar con su vida en un día tan significativo y a partir de ahora de tanta tristeza para su familia como es el día de Reyes.

Para quien no conozca la vida interna de los Departamentos universitarios o de las llamadas áreas de conocimiento, les puedo decir que su funcionamiento se parece muchísimo a aquel otro de cualquier agrupación humana en cualquier otro sitio que no sea la Universidad. En uno y otro lugar son siempre las relaciones humanas las que marcan la pauta del ambiente que se respira durante las horas de trabajo. Y ya se sabe que los elementos y elementas que confluimos a la hora de crear ese ambiente son de muy variada procedencia, espíritu y hasta linaje. Berta Frías fue una buena compañera que siempre se caracterizó por ser detallista con los demás. Desde darte una felicitación por tu santo o cumpleaños (cosa que a la mayoría nos pasa desapercibida), hasta tener el detalle de guardarnos un décimo de lotería en cada Navidad. Era una persona noble, discreta y siempre predispuesta a contribuir a resolverte cualquier problema que pudieras plantearle, pero por arriba de todo, era una persona afectiva y cariñosa en general con todos y especialmente con sus amigos y amigas.

Desde aquí, mi medio de expresión público, deseo de todo corazón trasladar mi pésame a toda su familia y a ella mi más emotivo recuerdo de afecto. Descansa en paz querida Berta.

martes, 6 de enero de 2009

GABRIEL JACKSON: EL TIEMPO, LA EXPERIENCIA Y EL VALOR DE LA SABIDURÍA


No siempre es exacta la afirmación de que la edad es un grado. Puede tenerse más edad y no por ello ocupar un puesto de mayor responsabilidad en el seno de cualquier organización a la que se pertenezca. El grado, en todo caso, lo da la antigüedad, pero esto es algo totalmente distinto. Por ello, lo que sí suele verdad es que la edad es un requisito imprescindible para afirmar que durante el transcurso del tiempo hemos adquirido experiencia y, sobre todo, sabiduría. Experiencia y sabiduría son atributos que tienen mucho que ver con el tiempo, esto es, con los intentos de aprender y aprehender que luego se transforman en rutina y muchas veces en obstáculo para que otros que vienen detrás innoven o descubran cosas nuevas, y con aquellas otras manifestaciones que reflejan por dónde no se debe ir si queremos que nuestro proyecto vital individual o colectivo tenga garantizado cierto nivel de éxito. En el primer caso, ya lo dice claramente el amplio refranero popular español: “Sabe más el diablo por viejo que por diablo”, y en el segundo, también: “El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”.

Hay viejos (y viejas) que llegan al final de sus días en este mundo terrenal con idéntico espíritu de ignorancia que el que adquirieron en sus años mozos, y ello nada tiene que ver con la profesión que se haya tenido a lo largo de la vida. Ocurre exactamente igual con ese otro atributo que se conoce como el de la elegancia. He conocido a viejas (y viejos) que son auténticos sabios y, por lo general, en ellas (y ellos) coincide también que son personas muy elegantes, aunque hayan sido a lo largo de su vida económicamente pobres. Es la elegancia del saber estar en esta vida y es también la elegancia que proporciona la sabiduría de la prudente inteligencia. Es de estos últimos de los que de verdad se aprende.

Uno de esos viejos es Gabriel Jackson. En un artículo publicado en el diario El País del domingo día 4 de enero bajo el título “Capitalismo y confianza”, en el que analiza la actual crisis económica, concluía con el siguiente deseo, que no es más que la prueba de su afianzada sabiduría: “A mis 88 años, mis deseos para el Año Nuevo son que la gente ambiciosa y enérgica limite su apetito de pura y simple riqueza, y que todos los Gobiernos democráticos, de derecha, centro o izquierda, reconozcan que la prosperidad económica depende absolutamente de la confianza, y que ésta depende de virtudes tan anticuadas como la honestidad y la moderación”.


lunes, 5 de enero de 2009

MORIR SIN PENA NI GLORIA


Nacer es casi siempre una alegría. En la generalidad de los casos, el acto del nacimiento de un nuevo ser humano, al menos en nuestras sociedades del “bienestar”, está considerado como un acontecimiento cargado de simbolismo a favor de la continuidad de la vida sobre la tierra -y algún día no lejano sobre otros planetas o satélites o incluso naves espaciales que se encuentren a millones de kilómetros de nosotros- de la especie más emblemática, relevante y únicamente capaz hasta el presente de valorar lo que significa para ella misma el nacimiento de un nuevo ser. Nacer es vivir, y vivir desprendido del seno materno al menos por más de veinticuatro horas, es ser una persona que al cabo de los años adquirirá la mayoría de edad y la plena capacidad para ejercitar sin ningún tipo de condicionante sus derechos como ciudadano en todos los ámbitos de una sociedad regida fundamentalmente por normas de naturaleza jurídica.

Entre esos derechos que se adquieren, está el derecho al aborto, esto es, el derecho a interrumpir el proceso natural del embarazo que habría de desembocar en el nacimiento de un nuevo ser humano. Desde el punto de vista legal, se trata del reconocimiento de un derecho a un ser nacido respecto de un ser no nacido que, sin embargo, no tiene derecho a nada en cuanto que el proceso tendente a su nacimiento puede verse interrumpido por decisión libre de la madre dentro de los límites fijados por la ley en cada caso. En términos jurídicos, no existe problema alguno. En términos morales, la cuestión es radicalmente distinta. Y no se trata de un tema que se resuelva a partir de la fijación del momento a partir del cual pueda entenderse existe o no vida, sino del momento siempre triste en que se opta por interrumpir el proceso mismo de la vida. El aborto, en mi opinión, será siempre una opción que se identifique con el peor significado del “morir sin pena ni gloria”.

Sin embargo, si en el caso del aborto el no nacido desaparece de la faz de la tierra sin llegar a tener siquiera la oportunidad de vivir la vida y experimentar la necesaria y correlativa muerte, la mayor parte de los humanos nacidos que habitan este planeta mueren también “sin pena ni gloria”. Son millones los que así lo hacen. Son aquellos que han nacido bajo el sino de la desgracia, de la pobreza extrema, de la guerra, de la enfermedad descontrolada, de la dejadez consciente de las supuestas autoridades, de la parsimonia y el cinismo de los nacidos en mejores circunstancias, de la insolidaridad de los más ricos, del desprecio a la vida que muestran los que asesinan a otros que sí desean vivir, mediante la comisión de atentados terroristas… Muchos de ellos malviven desde el punto de vista de las condiciones materiales que rodean su existencia, e incluso otros, viviendo bien, ven truncadas sus vidas no por la llegada natural de la muerte, sino por los excesos provocados por el propio modelo de vida que nos hemos dado (infartos, accidentes, cáncer, etc.).

Cualquiera de nosotros desconoce cómo se lo llevará finalmente la muerte. A mí en particular me agradaría que fuera en familia, para así dejar este mundo “sin pena ni gloria”, pero con la satisfacción y el gusto de haber nacido y, sobre todo, vivido con un aceptable nivel de felicidad.

viernes, 2 de enero de 2009

ESPERANZA AGUIRRE: UNA LÍDER NACIONAL EN CIERNES


A mí en la política –y en la vida- me gustan las personas que no ocultan sus legítimas pretensiones. Esta es, posiblemente, una de las principales cualidades que para mí tiene Esperanza Aguirre como política en activo. Con posterioridad a la pérdida por el Partido Popular de las últimas elecciones generales, es normal que se cuestionara en determinados sectores del propio PP el liderazgo de Mariano Rajoy para repetir como candidato en la próxima cita electoral. Y es que ante cualquier fracaso electoral, pero sobre todo, cuando lo que se está dilucidando es la presidencia del Gobierno de la Nación, la reacción natural inmediata es poner en cuestión a la figura del líder que finalmente fue incapaz de ganar las elecciones.

En ese contexto, las señales emitidas por Esperanza Aguirre venían a poner de manifiesto no sólo su predisposición a ser la futura candidata, sino sobre todo, su firme convicción –y la de muchos militantes y ciudadanos no militantes- de que ella reunía los méritos, la fuerza, las ideas y, sobre todo, las ganas de luchar “a brazo partido” por ganar las próximas elecciones generales.

Muchos militantes y dirigentes de partidos de izquierda siempre ha tratado de infravalorar la trayectoria política de Esperanza Aguirre, lo cual no deja de ser un vicio que se corresponde con idéntica actitud por parte de otros muchos militantes y dirigentes de partidos de derecha con respecto a líderes de la izquierda. Diríase que es parte del “juego” de la política y que previsiblemente poca incidencia tiene ello luego a la hora de que los ciudadanos depositen su voto. Sin embargo, para muchos que vemos y tratamos de emitir algún juicio sobre la política y los políticos, este tipio de desvalorizaciones sobre un político suelen calmar las ansias guerreras de los ejércitos propios, pero normalmente los ciudadanos las interpretan en sentido contrario al pretendido por sus instigadores: si se habla mal de Esperanza Aguirre será porque lo está haciendo bien como Presidenta de la Comunidad de Madrid y porque actúa como una auténtica líder que puede arrastrar muchos votos en el futuro, ya sea para repetir como Presidente en Madrid, ya para acceder a la Presidencia del Gobierno de la Nación.

Me resisto a creer que determinados sectores del PP están en pleno proceso de desear que las próximas convocatorias electorales sean “perdidas” por el PP a fin de así cuestionar el liderazgo de Mariano Rajoy. Sin embargo, no dudo que efectivamente puede ser así, pues este juego de la política está llegando a unos niveles que hay que empezar a calificar como de alto riesgo. En cualquier caso, creo que lo verdaderamente importante es que todos seamos capaces de ver con naturalidad que Esperanza Aguirre o cualquier otro militante del PP están plenamente legitimados para plantear de manera abierta y transparente en cualquier momento su predisposición a asumir el papel de líder. Esto no sería sino la muestra patente del verdadero y sano juego de la democracia, pero sobre todo, sería también a mi juicio un acto auténticamente revolucionario: que una mujer cualificada y con las dotes de Esperanza Aguirre pudiera llegar a ocupar la Presidencia del Gobierno de España.

jueves, 1 de enero de 2009

UN SUEÑO MUY CORTO PARA UN AÑO MUY LARGO CARGADO DE INCERTIDUMBRES (2009)


La sociedad española debe de estar unida para trabajar conjuntamente y con ilusión por llevar a un mínimo histórico los actuales índices de paro que casi con toda seguridad seguirán aumentando en el presente año. No se trata de que “olvidemos” nuestras diferencias políticas y nuestras respectivas propuestas para salir de la crisis, sino más bien, de que empecemos a reconocer los errores que unos y otros hemos cometido y avancemos en la consecución de una sociedad más justa y equilibrada; más respetuosa con los principios contemplados en la Constitución ; más preocupada por nuestros déficits energéticos y las posibles alternativas a los mismos; más atenta a los cambios que necesariamente se han de implementar en la educación en España en los distintos niveles, dejando atrás la falta de consenso que ha existido siempre en este ámbito entre los dos principales partidos nacionales; más exigente con la ausencia de democracia en la vida interna de los partidos políticos; menos tolerante socialmente con cualquier manifestación de corrupción en cualquier ámbito; más proclive a favorecer un pacto entre el Partido Popular y el Partido Socialista en orden a modificar lo que haya que modificar del texto constitucional, del sistema electoral, de las competencias del Estado y de las CCAA; etc., etc.

Se trata del sueño de España o, al menos, de muchos millones de españoles que no quieren seguir viviendo una realidad marcada por el cuestionamiento permanente de España y de los españoles.