jueves, 29 de enero de 2009

SENSACIONES


Cuando uno hace balance y trata de comprender el resultado que las distintas circunstancias concurrentes han establecido a lo largo del tiempo de vida, es claro que lo podemos hacer con la mentalidad del científico o con la mentalidad del individuo que ha vivido ese tiempo y que es por tanto producto también de tales circunstancias. En el primer caso obtendremos visiones “objetivas” que en muchos casos no serán más que hipótesis explicativas que podrán luego ser deshechadas con el descubrimiento de nuevos hechos o enfrentadas a otras hipótesis diversas provenientes de otros científicos. Por el contrario, cuando es el individuo que ha vivido los hechos el que sin ningún ánimo de pretensión científica analiza tales hechos, lo que se obtiene es generalmente una explicación que puede no ser válida para la comunidad científica, pero que sí lo es para el propio sujeto que la sustenta. En este último caso, lo que el sujeto alcanza es una determinada sensación que no es más que una especie de síntesis explicativa de muchos acontecimientos pasados, y que de alguna forma conforma su conciencia vital como ser humano.

Es evidente que las visiones científicas del tiempo pasado pueden ser muchas veces el mero producto de las sensaciones de los propios investigadores, bien porque éstos no actúan como auténticos científicos tratando de dejar atrás o al margen los hechos y pruebas existentes, bien porque tratan de conformar el pasado a partir de lo que se pretende sea el presente. Es claro que en estos supuestos estamos ante auténticas manipulaciones, que si bien son fácilmente advertibles por cualquier persona con dos dedos de frente, son sin embargo seguidas por un número considerable de personas con un sólo dedo de frente. Es lo que ocurre –esta al menos es mi sensación después del balance de unos cuantos años- con la supuesta transmisión de conocimientos sobre la historia de Canarias a muchos escolares. Tengo la sensación de que no es la historia lo que se da a conocer, sino una determinada visión doctrinal e interesada de la historia, y que a ello contribuye, por aquellos de que hay que potenciar “todo lo canario”, las autoridades políticas con el dinero de los impuestos de todos los canarios, tanto de los que tienen dos dedos de frente como con los que tienen uno.

Pero existen también otro tipo de sensaciones igual de interesantes. Son aquellas que aparecen estrechamente ligadas con las grandes ideologías políticas del siglo XX. En este campo, las sensaciones son dobles: por una lado, la que tienen los que siguen a pie juntillas la ideología y no son capaces de pensar jamás por sí mismos; por otro, los que se paran a pensar en un momento determinado de su vida y llegan a la conclusión (con la consiguiente sensación) de que han hecho el “canelo” durante mucho tiempo. A los primeros no me atrevería a calificarlos como más felices, pero tengo la sensación de que sí son más asimilables a alguna especie animal no racional. En cuanto a los segundos, tengo la sensación de que han ganado en humanidad y en ampliación de su respectiva capacidad de pensar por sí mismos.

En fin, que el elenco de sensaciones diversas es casi inagotable. Procuraremos en próximos capítulos ir enumerándolas.

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