martes, 11 de noviembre de 2008

COOPERACIÓN Y NO CONFRONTACIÓN, VALE ¿PERO A CAMBIO DE QUÉ?


Es fácil decirlo, pero bastante más difícil llevarlo a cabo, pues ante la presente situación de crisis económica, la única salida posible si no queremos que el proceso de recesión sea cada día más preocupante, es que todos, inocentes y culpables, restablezcamos los presupuestos sobre los que se asienta el funcionamiento del sistema. Es así de duro, pero también así de elemental. Si el sistema financiero no encuentra de nuevo su rumbo y repone la energía que se deriva de la confianza en las reglas que rigen el mercado, las consecuencias serán desastrosas para todos. Lo estamos viendo, lo estamos viviendo, lo estamos sufriendo. Es preciso que sin más demora la concertación política internacional empiece a adoptar medidas que encaucen el desbarajuste producido por la ausencia de una fiscalización adecuada de la mayoría sobre la minoría, o lo que es igual, de una fiscalización de signo radicalmente contrario a aquella otra que hasta el presente se ha venido produciendo: la que practican las minorías representativas de los poderes económicos (v.gr., la Banca), sobre las atolondradas y desinformadas mayorías sociales que están representadas en los Parlamentos democráticos por una clase política acomodaticia y proclive a “dejarse llevar” por los intereses del capital financiero.

Por supuesto que el cuerpito nos pide en estos momentos guerra y ningún margen de comprensión para ejecutivos y ejecutores de entidades financieras carentes de escrúpulos, cuyas actuaciones han estado marcadas por la obtención de beneficios a costa de lo que fuere, pero sobre todo, a costa de vulnerar las más elementales reglas de una “sana gestión financiera”. En tanto el sistema respondió produciendo cada día más beneficios, los accionistas e inversores (siempre una minoría en el seno de nuestra sociedades) jamás cuestionaron a estos gurús de la ingeniería financiera. Hoy, como “cabezas de turco” del descalabro, el “castigo” ha sido el despido con indemnizaciones económicas multimillonarias. Paralelamente, para las entidades financieras tan brillantemente gestionadas por estos otrora gurús de la finanzas, el destino ha sido su apoyo incondicional por parte de los Gobiernos con el dinero de todos nosotros, esto es, un auténtico premio a la gestión financiera irresponsable y en ocasiones criminal, porque de lo contrario (esto es, de permitir que funcionaran las reglas del mercado y que tales entidades desaparecieran del mismo por su manifiesta incompetencia), el mal ocasionado hubiera sido (aunque ya lo es), para la gran mayoría de ciudadanos que han estado al margen de esta historia, auténticamente desastroso. Así que esas ganitas de venganza que podamos tener, lo mejor es apaciguarlas para tiempos mejores que difícilmente veremos.

Ahora toca confiar no tanto en nuestros queridos José Luis o Rajoy como en B. Obama. Las expectativas creadas en torno al nuevo presidente de EE.UU es lógico que se hayan desbordado, pues la ausencia de liderazgo de los políticos nacionales en una economía que hace tiempo ha dejado de ser nacional (a pesar de que tanto iluminado –pero con la lámpara no en la frente, sino en el culo- se empeñe en continuar defendiendo doctrinas políticas decimonónicas), viene a poner de manifiesto la irrefutable verdad de que el poder del capitalismo financiero es auténticamente supranacional o global, y que para evitar que continúe dándonos nuevos disgustos, es preciso que alguien lidere de una vez por todas a la comunidad internacional para establecer unas reglas mínimas de control ante la avaricia desbocada a la que tan proclive es el ser humano globalizado.

Así que ya lo saben, cooperación a cambio de un poco de esperanza en B. Obama, que al parecer, es lo único que tenemos, o que nos hacen creer que globalmente tenemos. Y seguramente así es…

No hay comentarios: