miércoles, 26 de noviembre de 2008

EXPRESIDENTE AZNAR: ¿UNA CUESTIÓN DE PRINCIPIOS?


Para un determinado sector de la ciudadanía que está al tanto de la política y, sobre todo, de la trayectoria y las declaraciones de los políticos en activo y de aquellos otros cuya actividad aún no siendo ya de esta naturaleza siguen sin embargo teniendo mucho que ver con la política, la última intervención del expresidente Aznar en el congreso de las juventudes del PP en la Comunidad de Madrid ha sido muy significativa. Aparte de asumir a pecho descubierto y sin complejos algunas pautas de actuación que en su opinión deberían caracterizar a la derecha española a fin de así diferenciarla de otras opciones ideológicas que se autodenominan progresistas y que realmente, en su opinión, no lo son, Aznar se permitió también cuestionar que el actual Presidente del Gobierno de la Nación actúe en todos los casos de acuerdo a algún tipo de principios (¿?). Posiblemente, esta última referencia a los principios venía por la vía de la operación empresarial en ciernes relativa a la posible venta de las acciones que Sacyr-Vallehermoso tiene en Repsol a una empresa multinacional rusa.

De alguna forma, en este caso, el mensaje que se difunde en cuanto a la cuestión de principios tiene que ver con lo siguiente: como no podía ser de otra forma, el presidente de Sacyr-Vallehermoso, un señor que junto a otros se hizo multimillonario en los últimos años gracias al desarrollo desenfrenado del negocio de la construcción, es un “amiguete” del Presidente del Gobierno (lo cual no sólo es lógico, sino imprescindible para su supervivencia como gran empresario y para la supervivencia del Presiente como gran, mediano o pequeño Presidente. Esa misma “amistad” la mantuvo también este señor con Aznar en su etapa de Presidente del Gobierno, y la hubiere continuado con Rajoy en caso de que el mismo fuera el Presidente). Es obvio que esta gran empresa constructora pasa en estos momentos por un mal momento. Tiene importantes deudas contraídas con la Caixa y el Banco de Santander, y como salida a esta situación se plantea vender al mejor postor su participación en Repsol. Conclusión: el Presidente del Gobierno debería interceder para impedir que se vendieran las acciones a una empresa rusa, pues es sabido que las empresas rusas están integradas por mafiosos de renombre internacional, tienen conexión directa con el poder político manejado por Putin y, sobre todo, porque permitir esta venta a favor de una empresa rusa supondría poner en manos rusas -no hay que olvidar que muchos rusos fueron comunistas- la gestión de nuestros recursos energéticos fundamentales. Todos los citados son argumentos “patrióticos” que suponen en todo caso dejar K.O. –al menos de momento y salvo que surja otra opción mejor- a la empresa Sacyr-Vallehermoso y, de paso, “fastidiar” al Presidente del Gobierno, que vería así frustrado su deseo de “favorecer a un amiguete”.

Después de escuchar esta historia, al ciudadano preocupado por la política no sé cómo se le queda el cuerpillo, pero lo cierto es que la misma le conecta directamente con la época en que muchos en España creían que los rusos tenían rabo, que como buenos comunistas arrebataban por la fuerza a los niños de sus padres para meterlos en guarderías comunales y hasta que se los comían crudos si fuere menester. El camarada Aznar y su sucesor Rajoy, que de defensores de la globalización y el libre mercado pasan de la noche a la mañana a la defensa de un capitalismo “nacional” obviando el dato de que el desarrollo del capitalismo en sus primeras fases coexiste con el poder de las mafias (en España, en USA y también en Rusia), pasando por la “neutral” opinión del también expresidente González y sin conocer a estas alturas la auténtica opinión del Presidente Zapatero, la sensación que tengo como ciudadano al que le sigue interesando todavía la política, es que todo esto no pasa de ser un gran juego en el que los ciudadanos no contamos absolutamente para nada. Aznar y González, como buenos expresidentes, dedicados a la mediación en los negocios nacionales e internacionales, pero defendiendo los principios hasta el final, y el actual Presidente del Gobierno creo honestamente que “más perdido que el barco del arroz”, pues al mínimo descuido lo superan continuamente los acontecimientos de la política local y no digamos ya global. Qué gobierno y qué oposición… pues eso, lo que nos merecemos.



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