jueves, 6 de noviembre de 2008

MUJERES: PRESUNCIÓN DE CULPABILIDAD


Leo en la actualidad un ensayo muy interesante –y cuya lectura recomiendo- sobre la historia de la violencia contra las mujeres (1). Por edad pertenezco a una generación que ha podido percibir directamente la “comprensión” de un sector de la sociedad a favor de la violencia contra las mujeres, entre otras razones, porque ya se sabe que éstas son en principio culpables de todo salvo que se demuestre lo contrario. Si el marido, el novio o el mero conocido la agredió o incluso la mató, por algo sería… Aún me vienen a la memoria algunas intervenciones judiciales de hace ya algunos años en las que la víctima de una violación era nuevamente humillada por el abogado defensor del presunto violador con ocasión de la celebración del juicio, mediante la “acusación” de que había sido la mujer quien había incitado a la violación por utilizar prendas de vestir no apropiadas con la condición femenina o simplemente provocativas del deseo sexual del hombre (si esto era grave, más grave aún era que el juez terminara por reflejar esta tesis en la redacción de la sentencia, dulcificando a partir de la misma la posible condena al agresor). Pero este tipo de actitudes no eran extrañas, pues el propio legislador consagraba en el Código Penal normas claramente favorecedoras del asesinato de la mujer adultera y de su amante, en aquellos supuestos en que el marido despechado y cornudo les encontrara a ambos yaciendo en el lecho conyugal (la situación no se concebía a la inversa, esto es, que el adultero fuera el marido).

Es verdad que han cambiado muchísimo las cosas en nuestra sociedad a favor del abandono de muchos prejuicios y discriminaciones flagrantes contra las mujeres. Sin embargo, todavía quedan muchos resabios y muchas actuaciones claramente criminales contra las mismas. Una de las razones que en mi opinión explican esta situación es la arraigada y no plenamente superada visión que de la mujer tiene la religión y, en particular, en nuestro ámbito cultural, el cristianismo. Desde los lejanos tiempos de los llamados Padres de la Iglesia (siempre padres, nunca madres, y cuando de la madre de Jesucristo se trata, ésta tuvo que concebirlo por obra y gracia del Espíritu Santo, quedando el papel de madre relegado a la nada), las mujeres han encarnado la representación del mal. No sólo fue Eva quien cedió a la tentación del diablo en el Paraíso, sino que han sido las descendientes de esta primigenia pecadora las que han hecho posible que la mujer fuera tratada históricamente como lo que realmente siempre han sido: seres imbéciles carentes de autonomía y sujetas a los dictados y necesidades del hombre, sobre todo, a las necesidades sexuales de estos últimos.

En el ya histórico duelo entre Hillary Clinton y Barak Obama para determinar quien fuera el candidato del partido demócrata a la presidencia de los EE.UU, una buena parte de los electores prefirieron inclinarse por Obama a pesar de ser negro, que por Hillary Clinton. El que ello fuera así respondía en gran parte al prejuicio de que se trataba de una mujer, además, de una mujer que fue calificada como superambiciosa y que actuaba sin escrúpulos para alcanzar el objetivo que se había trazado (aspectos claramente negativos que nunca se han aplicado al candidato masculino, ya fuere este el del partido demócrata o al del partido republicano. En cuanto a la candidata a la vicepresidencia por el partido republicano, la máxima calificación que ha obtenido ¡es que se trataba de un ama de casa¡).

Finalmente ha ganado Obama las elecciones, y yo me alegro mucho. Pero el paso decisivo que se ha dado al lograr que finalmente un negro haya podido llegar a ocupar la presidencia de los EE.UU, tendrá que completarse algún día con la presencia de una mujer presidenta, y si ya es negra, pues mejor. Será esta la prueba definitiva de que la presunción de inocencia para hombres y mujeres es una verdad y no una mera afirmación hipócrita y políticamente correcta.

(1) Antonio Gil Ambrona: Historia de la violencia contra las mujeres (Misoginia y conflicto matrimonial en España), Editorial Cátedra, Madrid, 2008).

2 comentarios:

Carina dijo...

pues me encantaría leer el libro que mencionas...

ya comentabas el hecho de la opinión sobre que algunos hablaban de la incompetencia de aquella consejal, solo por el hecho de ser mujer...

¿por qué nos cuesta tanto? tenemos que "demostrar" que valemos, que podemos, que somos capaces de (al igual que...), y encima, todavía hay que trabajar el doble, ya que socialmente si la familia va mal, todavía se piensa que es por culpa de la mujer (que "prefiere" trabajar, en vez de cuidar a sus hijos y marido -lo he escuchado más de una vez).

todavía recuerdo a mi abuela, dándome indicaciones para "servir" a mi marido, ó a mi madre, diciéndome que si no me arreglaba mi marido se iba a ir con otra y que eso era "legítimo" por que estaba en su "naturaleza" y lo tenía que entender, ó el último comentario de mi padre cuando iba en mi coche: "nunca pensé que mi hija mujer iba a conducir tan bien" ;-) (este último, me enorgullece jeje).

tenemos muchas cosas que cambiar todavía, sobre todo en las conciencias femeninas, la culpabilidad que arrastramos nosotras mismas por culpa (valga la redundancia) de nuestra educación y las cargas sociales...

guillermo núñez dijo...

El libro lo llevo por la mitad. Si esperas a que lo termine te lo paso, eso sí, con la condición de que me lo devuelvas, pues en esto reconozco que soy un auténtico fetichista.