miércoles, 10 de diciembre de 2008

ALFREDO PÉREZ RUBALCABA


Es profesor universitario de Química en situación administrativa de servicios especiales (dedicado desde hace muchísimos años a la actividad política institucional y partidaria) y exitoso ministro del Interior que en los últimos tiempos, después de que el Sr. Zapatero renunciara por fin a no pactar con ETA, está logrando desmantelar a la organización terrorista. Cada vez que aparece en televisión, con esa carita y ese cuerpito “de que parece no querer romper un plato”, capto como espectador un mensaje claro de que el máximo responsable gubernamental de la lucha contra el terrorismo está efectivamente realizando un trabajo serio y riguroso (eficacia y eficiencia de las fuerzas de seguridad españolas y excelente grado de colaboración con las francesas) en el desmantelamiento de la estructura organizativa de la banda. Y todo ello sin necesidad de tener que disparar ni un solo tiro.

Esa sensación de mayor tranquilidad y reconocimiento que me suscita Pérez Rubalcaba, se torna sensación de intranquilidad y desasosiego cuando veo la actuación del Presidente del gobierno y de otros ministros de su equipo. Fijémonos, por ejemplo, en el caso paradigmático de Pedro Solbes. Sus convicciones como ministro a la hora de implementar medidas eficaces contra la crisis económica, no se las cree casi nadie, pero sobre todo, no se las cree él mismo. Se le ve agotado, acogotado y falto de ideas o con muy poca fe en aquellas ideas que se están poniendo en práctica. La velocidad con la que se producen los acontecimientos en el terreno de la crisis económica parece que han desbordado su capacidad de respuesta. Es más, da la impresión de que a estas alturas hasta le resulta ya imposible imponer un mínimo de cordura y coordinación entre los distintos ministerios con competencias en el ámbito económico. Más que como un disciplinado militante que es capaz de sacar pecho y valor en los momentos de dificultad, se le ve como a un funcionario próximo a la jubilación que está pidiendo a gritos su pase al retiro para dedicarse a contar anécdotas de su paso por el Ministerio de Economía y Hacienda.

Como contraposición a esa imagen, Pérez Rubalcaba es un viejo corredor de fondo (aunque de joven creo que era, como no podía ser de otra manera, corredor de los cien metros lisos). Ha estado en todos los saraos políticos del PSOE desde el año 1975, y siempre salió victorioso de todos ellos. Es un auténtico político en el más amplio sentido de la palabra, pues nunca ha dejado de estar, de una u otra forma, en el poder. Su mayor éxito político fue, sin ningún género de dudas, los reflejos “rasputinianos” que demostró tener con ocasión del mayor atentado terrorista cometido en España por los islamistas radicales. Ante una situación de caos y pérdida de papeles por parte de los dirigentes del Gobierno del PP a la hora de “administrar” la política de comunicación con posterioridad al atentado, el Sr. Pérez Rubalcaba hizo honor a su magnífica condición de estratega político y logró convencer a muchos de que el Sr. Acebes y el Gobierno del Sr. Aznar habían engañado a los españoles respecto a la autoría del atentado.

Estoy convencido de que en el futuro esta actuación del Sr. Pérez Rubalcaba será objeto de estudio en las Facultades de Ciencia Política y también en las dedicadas a las denominadas Ciencias de la Información, como ejemplo seguramente a no seguir desde un punto de vista ético. Pero claro, ya se sabe que ética y política no suelen ir de la mano. Ahora toca, de todo corazón, felicitar al Sr. Pérez Rubalcaba y desearle los mayores éxitos en su siempre ascendente y dilatada carrera política.

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