viernes, 12 de diciembre de 2008

SALVAR AL COCHINO EUSTAQUIO


No, no es para tomárselo a guasa. Lo de “Salvar al soldado Ryan” era una obra de ficción de Steven Spielberg que muy bien podía coincidir con lo que realmente sucedió en algún episodio de la segunda guerra mundial, pero es que lo de “Salvar al cochino Eustaquio” (nombre figurado por respeto a la intimidad del animal) es verdad como la vida misma. Un cerdo de más de doscientos kilos ha logrado salvar su vida gracias a que un grupo de defensores de los animales convenció a su dueño para que no lo sacrificara a cambio de pagarle cierta cantidad de dinero con la que poder comprarse otro cerdo de similares características. ¿Usted lo entiende? Pues si quiere que le sea franco, yo no entiendo a estas alturas absolutamente nada. El evento sucedió en Galicia, pero podía haber ocurrido en cualquier otra parte de España (¿o lo correcto es decir del Estado español?).

Creo, sinceramente, que una parte de la sociedad española (¿pero sigue existiendo la sociedad española?) está perdiendo la chaveta a una velocidad pasmosa. Estos supuestos defensores del cerdo (pero también del pollo, del bonito, del mono… y de todos los seres vivos irracionales que se les pongan por delante), están expandiendo diariamente una ideología que sólo puede ser calificada como la expresión más sutil y venenosa que ha existido contra el respeto a la vida en el planeta tierra. Como sucede con todas las ideologías que en este mundo han existido, existen y existirán, sus seguidores activos suelen ser sujetos que no actúan pensando en qué es lo que hacen, sino en lo único que saben hacer, que es actuar bajo el impulso que les proporcionan las consignas recibidas no se sabe muy bien por parte de quien ni de dónde (a veces pienso si no tendrá algo que ver en esto el Dalai Lama). Y la única consigna en este caso es que hay que salvar a los animales donde sea, como sea y ante quien sea su potencial ejecutor o no ejecutor pero sí comedor, por una razón que es fundamental pero que ellos desconocen: a fin de así garantizar la progresiva deshumanización del hombre y la correlativa humanización de los demás seres vivos. El objetivo no es que el ser humano sea cada día más humano, sino más bien, que los demás seres vivos sean cada día más humanos, hasta el punto de que algún día no lejano las “brigadas del amanecer” nos vengan a buscar a casa por haber matado y comido, no ya un pollo, sino un simple repollo.

Soy un amante de la vida y, en particular, de los animales, desde pequeñito. En mi casa viví y aprendí que era inherente al proceso de la vida que un buen día le regalaran a mi padre un pollo o un conejo vivo y que este los matara sin ánimo alguno de crueldad para así podérnoslos comer en familia (hace años, a los maestros de escuela, también llamados “nacionales”, las buenas gentes del pueblo tenían la deferencia de hacerles regalos útiles en agradecimiento a que sus hijos aprendieran). Sin embargo, yo a mis hijos no les he enseñado mediante la práctica ese proceso de la vida, sino que se han comido el pollo o el conejo de la misma forma en que se comen el repollo, esto es, sin que tales seres les transmitan el espíritu y la realidad de la vida misma. De alguna forma los he preparado, sin quererlo, para que sean víctimas de una estúpida ideología que empieza por proclamar el reconocimiento de derechos para los animales no humanos (en realidad lo que existen o tendrían que existir son deberes de los humanos para con estos otros animales) y terminará por tratar de que se culpabilice a los humanos de comerse a los no humanos que, sin embargo, serán considerados más humanos que los propios humanos, pues los supuestos humanos habrán tratado de cometer la inhumanidad de comerse a seres vivos como ellos y, por tanto, igual de humanos o, al menos, con igual derecho a vivir dignamente como auténticos humanos. Así es… ¡Salvar al cochino Eustaquio¡ ¡Es el lema sagrado de la nueva ideología!

2 comentarios:

Máster en nubes dijo...

Te devuelvo la visita y te agradezco que te pasaras por mi blog y comentaras.

Me he reído con tu entrada. Sí, el tema de los animales es interesante, pero se saca de quicio. Ni con derecho a todo, ni sacralizarlos. Es bueno saber que matamos para vivir, reconocerlo. Y que a la vez son vida ellos también, otra vida distinta a la nuestra.

Voy a leer otras cosas tuyas, y viva Cuba Libre, por cierto.

Feliz domingo.

Anónimo dijo...

Master en Nubes, muchas gracias por tu comentario. Saludos. Siempre avanti.