jueves, 18 de diciembre de 2008

LOS ZAPATOTERISTAS Y BUSH


¿Recuerdan ustedes a algún presidente de los Estados Unidos de América que no haya sido objeto de auténtico aborrecimiento por parte de los progres de este país mientras estaba en activo? Yo creo que no existe ninguno, pues incluso JFK, que fue asesinado en el año 1963, es recordado aún por los progres (eso sí, por los pocos que van quedando de aquella época si es que aún queda alguno) como el responsable que quiso acabar por la vía violenta (desembarco en Bahía de Cochinos) con el “pacífico y democrático” gobierno revolucionario de Fidel Castro y los barbudos de Sierra Maestra. Yo creo que no es ninguna temeridad afirmar que de haber triunfado el desembarco, hoy los cubanos vivirían posiblemente mucho mejor que como lo han hecho bajo la dictadura castrista. Seguro que, como mínimo, hubiesen tenido derecho a celebrar periódicamente elecciones libres para nombrar a sus representantes políticos, o derecho a entrar y salir de su país sin que ninguna autoridad dictatorial se lo pudiera impedir. (De mi época de estudiante progre, recuerdo a un profesor de filosofía al que calificábamos de facha, que siempre estaba criticando las doctrinas marxistas, y que cuando se refería a Cuba, señalaba que allí la Revolución comunista había logrado lo que nunca antes había conseguido nadie: la casi plena igualdad entre todos los ciudadanos, esto es, que la gran mayoría de los cubanos no comiera carne ni bebiera leche).

En esta España agraciadamente democrática, declararse todavía hoy como simpatizante de los americanos es un tanto arriesgado. Como mínimo, supone de manera inmediata ser tachado como no progre, lo que significa un primer paso decisivo para ser calificado luego en términos negativos como un tipo de la derecha más reaccionaria o partidario de las corrientes neocon; vamos, un partidario, en el ámbito doméstico, del aznarismo más furibundo. Es verdad que a la inversa suele ocurrir algo similar, esto es, que los no progres califiquen de progre a algunos, pero cuando esto ocurre, las consecuencias suelen ser más llevaderas, pues constituirá el primer paso para ser escuchado en algunos ambientes y sectores que monopolizan el otorgamiento de señas de identidad o de pureza en distintos terrenos, pero sobre todo, en el ámbito cultural (aún resulta extraño en este país que puedan existir intelectuales que se declaren, por activa o por pasiva, como no progres).

El presidente Bush ha sido un presidente nefasto para su país (lo cual, en verdad, poco importa desde España), pero sobre todo, para el resto del mundo. Cada día que pasa se confirman las predicciones que en su momento ya adelantaron los progres de este país. La culminación de tanta maldad intrínseca y extrínseca ha alcanzado su cénit con el bien merecido insulto de “perro” y el intento de estamparle un zapatazo en la cara por parte de un periodista iraquí indignado, con ocasión de la rueda de prensa que Bush realizó en Bagdad hace unos días para despedirse del legítimo gobierno de Irak.

Si efectivamente el gobierno legítimo de Irak se consolida y la sociedad iraquí logra afianzar en el país un régimen democrático, el incidente provocado por este periodista será recordado como lo que realmente ha sido, esto es, como un intento serio de agresión a la figura de un presidente de los Estados Unidos que, con aciertos y errores, trató de instaurar en Irak un régimen democrático. Que el incidente genere risa no está mal, pues hasta el propio presidente Bush se lo tomó con cierto sentido del humor, pero lo que no cabe obviar es que en aquel momento los zapatos representaban el contenido completo del cargador de un kalashnikov. Agraciadamente fueron debidamente esquivados. Espero y deseo que con el paso del tiempo el periodista pueda finalmente pedirle disculpas a Bush, pues será la señal de que finalmente los iraquíes han logrado consolidar su sistema democrático y podrán entonces reconocer abiertamente y sin miedo que algo tuvo que ver con ello el expresidente Bush.

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