miércoles, 18 de febrero de 2009

APRENDER DE LA EXPERIENCIA DE OTROS


Es realmente complicado contar con una versión de los acontecimientos pasados que pueda ser calificada como definitiva e indiscutible. Está claro que los profesionales que se dedican a este menester de la historia, tratan por lo general de dar una explicación de tales acontecimientos a partir de los hechos (documentos, pruebas, testimonios, etc.) y con la conciencia de tratar de no influir en una determinada interpretación de los mismos. Sin embargo, es harto difícil lograrlo, pues de alguna forma siempre estará presente esa visión subjetiva del historiador que se retrotrae en el tiempo y analiza con su cerebro y sus sentimientos actuales las denominadas pruebas objetivas existentes. Pero en fin, tampoco es mi intención poner en cuestión la labor de los historiadores.

Lo que sí me interesa cada vez más es conocer la experiencia vital de aquellos hombres y mujeres, niños y niñas, que tuvieron la oportunidad o la desgracia de vivir o sufrir determinados acontecimientos trascendentales para sus vidas. Y me refiero aquí a acontecimientos con trascendencia colectiva pero con profunda incidencia en la vida personal de los protagonistas activos o pasivos de los mismos.

Pensemos en un acontecimiento histórico como el de la guerra civil española. Existen miles de publicaciones que abordan este conflicto desde una perspectiva histórica. Pensemos en otro acontecimiento más reciente en el tiempo, en la transición española a la democracia. Existen cada vez más publicaciones y testimonios de los que vivieron esos acontecimientos. Todas esas publicaciones conforman una fuente de interés indudable a la hora de conocer cómo transcurrieron los hechos en uno y otro caso, pero junto a ello, están también los testimonios no publicados de personas que directamente vivieron tales hechos históricos. Conocer de primera mano esas historias personales nos lleva de verdad a conocer desde la piel de sus protagonistas directos una realidad que nosotros no vivimos, y nos lleva también a tratar de ver, sin el apasionamiento propio de los protagonistas, cómo de verdad se vivieron esas realidades desde la óptica personal de esos seres humanos. Es la historia de la vida de los seres humanos de carne y hueso, teñida de ilusiones y fracasos, de esfuerzo y trabajo, de perspectivas de futuro y frustraciones, de traiciones y engaños, de satisfacciones…en fin, es otra historia que muchas veces nada o poco tiene que ver con la Historia con mayúsculas, que normalmente prescinde de esas pequeñas historias para dar una visión supuestamente “objetiva” del pasado.

Pienso ahora mismo en la llamada historia del movimiento de liberación nacional de Euzkadi. Espero que dentro de 100 años no exista un Estado vasco, pero si así fuere, la Historia relativa a su constitución seguramente “olvidará” el sacrificio pagado con la vida y la angustia de la opresión que a diario vivieron muchos españoles que sintiéndose vascos se opusieron con todas su fuerzas a que en el futuro existiera esa Historia. Me quedo en este caso con las pequeñas historias de los que hoy sufren la opresión y hasta hace bien poco la desconsideración más absoluta (las víctimas), que con la Historia de los que creen que algún día acabarán con la resistencia de los rebeldes.

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