viernes, 27 de febrero de 2009

UNA INTERPRETACIÓN A LA BOLOÑESA


Pasen señoras y señores y vean el maravilloso mundo del circo…o del pan y circo, que decían los romanos. Encierros de alumnos en algunas universidades españolas contra la puesta en marcha del llamado Plan Bolonia, un plan verdaderamente maquiavélico para transformar las anquilosadas universidades europeas en algo nuevo y distinto, más acorde con los nuevos tiempos. Cosa, en verdad, de los estudiantes, de los de ahora y de los de hace treinta años, que se manifiestan siempre por algo aunque no se sepa en la mayoría de las ocasiones por qué. Y a pesar de todo, nos gustan esas manifestaciones y encierros, pues nos recuerdan nuestra época de juventud, ya que a pesar de protestar por otras cosas que poco tenían que ver con la investigación y la docencia, estábamos convencidos de que la razón nos acompañaba, aunque en muchas ocasiones no fuera así. Como jóvenes, teníamos entre nuestra reivindicaciones la introducción de las reglas de la democracia en el seno de la Universidad, y así nos ha ido, de fracaso en fracaso y de hartazgo en hartazgo, hasta que finalmente hemos llegado al Plan Bolonia y al firme propósito de que por fin se implemente y haga realidad el denominado Espacio Europeo de Educación Superior.

De acuerdo con la propaganda oficial del régimen, de lo que se trata es de armonizar los sistemas universitarios de los países miembros de la Unión Europea. No es de recibo que la Unión Europea siga contando con sistemas universitarios que difícilmente puede ser homologados entre sí por la cantidad de diferencias que existen entre unos y otros, y ya se sabe que una de las llamadas libertades de la Unión es la libre circulación de personas, así que uno de sus requisitos será facilitar la movilidad de sus estudiantes y luego, en el futuro, de sus profesionales salidos de las Universidades europeas. Para los estudiantes protestones, sin embargo, esta es la excusa formal de la reforma, pues en realidad, el objetivo real no es otro que acabar con el actual modelo de universidad pública y crítica (¿?) y acondicionar la universidad a las exigencias de la llamada globalización económica, esto es, a los intereses del capital transnacional que carece de patria y de sentido de la misma.

Es un poco difícil exponer aquí de manera breve y concisa lo que pensamos de Bolonia y del Espacio Europeo de Educación Superior. Sin embargo, sí que nos parece necesario poner de manifiesto que nuestras autoridades educativas (las de la nación y las de las nacionalidades y regiones), bien sea por pura ignorancia, bien por intención aviesa y consciente, nos engañan con esta historia de Bolonia. En realidad, el objetivo que se persigue no es otro que el de dar carta de naturaleza a los que nuestras universidades en realidad son: centro educativos de nivel superior (en el sentido de que expiden el título que culmina los estudios que legalmente puede realizar el estudiante), en los que se ofrece una formación general y al que acceden en realidad los que realmente quieren acceder (pues las facilidades son todas, desde becas, hasta otras para aprobar las asignaturas en las convocatorias que fueren necesarias...). Cuando de acuerdo con las directrices boloñesas se determina que la regla general es que todas las actuales carreras pasan a ser de cuatro años (título de grado), se está diciendo incluso que así se facilita más ampliamente la obtención de un título de rango universitario (los usuarios o sus padres se ahorran un año). Y luego viene la segunda parte, la especialización (título de master), que ya no precisaran cursarlo todos los estudiantes, sino sólo aquellos que efectivamente deseen obtener una especialización profesional, y finalmente, el doctorado, que será para aquellos que normalmente enfoquen su futuro a la permanencia en la propia universidad.

En otras palabras, se trata, señoras y señores, de aplicar a Europa el modelo universitario norteamericano, pero sin los americanos, su tradición, su cultura universitaria y, sobre todo, sus niveles de rigor y seriedad. ¿Por qué no nos dicen la verdad? Seríamos todos menos felices, pero también más sabios….

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