martes, 6 de mayo de 2008

FINANCIACIÓN AUTONÓMICA: LA AVARICIA ROMPE EL SACO

No es precisamente la avaricia uno de los nuevos pecados introducidos por el Papa Benedicto en el ancestral catálogo de pecados capitales. Se trata, por el contrario, de un viejo y conocido pecado que está estrechamente ligado a ese sentimiento humano que se denomina insolidaridad. Es verdad que la avaricia, bien administrada, puede ser un aliciente para el progreso y avance de muchas cosas, incluso hasta del propio conocimiento. Sin embargo, cuando ésta supera determinados límites, el resultado no puede ser otro que aquel que desemboca en la conocida máxima de “sálvese quien pueda” o “ande yo caliente, ríase la gente”, o bien, aquel otro más burdo pero más expresivo de “que te den pol cu…desgraciao” (pronto, si no lo es ya, esta última expresión será calificada de homófoba).
A partir de la última aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña, se vuelve a replantear en España el inconcluso debate sobre el modelo de financiación de las Comunidades Autónomas. Claro, aún a estas alturas no sabemos qué dirá el Tribunal Constitucional acerca de la adecuación o no a la Constitución de muchos de los preceptos de dicho Estatuto y, en particular, sobre aquel que establece que en cuestiones de financiación, el tema se resolverá de manera bilateral entre el Estado y la Generalidad de Cataluña, es decir, igualito que lo que ahora ocurre con el País Vasco y Navarra.
Para cualquier mente no calenturienta, lo sensato sería esperar a que los magistrados (dependientes e independientes) del Tribunal Constitucional se pronunciaran al respecto. Sin embargo, toda vez que el Estatuto está en vigor, de lo que se trata es de apurar al máximo sus previsiones para así llegar a lo que los avariciosos desean: que el hecho se imponga al Derecho y al mismísimo sentido común. No dudo que esto último sea lo que desee, recónditamente, el propio Gobierno de la Nación, perdón, de España.
Sin embargo, como ciudadano y votante, lo que más me llama la atención de todo este proceso manifiesto de insolidaridad y avaricia que muestran sin ningún tipo de recato los socialistas del PSC, es que, miren por dónde, sea la que ellos califican como derecha cavernícola (es decir, el PP) la que se preocupe y defienda la necesidad de establecer un modelo de financiación común y solidario entre todas las Comunidades Autónomas españolas. Es verdad que el Sr. Camps, en Valencia, ha tenido la torpeza de caer en la trampa de reclamar idéntico modelo al que reivindican los neonacionalistas-socialistas del PSC, pero de alguna forma ello queda compensado por la posición de la Sra. Esperanza Aguirre, que presidiendo una de las Comunidades más ricas de la llamada España plurinacional, sigue manteniendo que está bien eso de ser solidarios con las Comunidades más pobres. ¿Un mundo al revés?. Ya lo decía Paco Ibáñez: “Erase una vez, un pirata honrado…”.

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