miércoles, 21 de mayo de 2008

LENGUAJE: CAMBIOS SUTILES PERO SIGNIFICATIVOS


Por mucho que trate de explicarles a mis alumnos que no me parece correcto que en sus exámenes me hablen de los Rendimientos del Kapital, o simplemente de los rendimientos del K, es casi imposible lograr que cambien de actitud. ¿Qué poder hacer frente al nuevo lenguaje impuesto a partir del uso de las nuevas tecnologías de la comunicación? Un tema difícil a resolver mediante el establecimiento de reglas expresas por parte del profesor en el ámbito individual. Podrán cumplirlas en la redacción del examen, pero dejarán de hacerlo nada más terminarlo, cuando se comuniquen con otros interlocutores para contarles cómo les ha salido el examen mediante un SMS, digo, de un mensaje escrito vía teléfono móvil.

Una tarea más para aquellos que estudian el lenguaje como manifestación cultural y, sobre todo, una preocupación y casi que una tragedia para aquellos otros que comprueban a diario cómo son cada día más los términos del inglés que pasan a formar parte “de lo nuestro”.

Siendo relevante lo anterior, lo que ahora me importa destacar es el empelo de ciertas expresiones por parte de algunos políticos patrios y también por parte del lenguaje legal plasmado en normas escritas, que vienen a poner de manifiesto no el cambio de la realidad –aún no consumado-, sino la tendencia a ese cambio o, en el peor de los casos, a un deseo aún no abiertamente confesado que se esconde en la mente del que las utiliza o plasma en los textos normativos.

Dos ejemplos:

La expresión hoy usual en boca de muchos políticos de referirse al Gobierno de la Nación como “Gobierno de España” (algunos partidos nacionalistas prefieren hablar de “Gobierno español” en términos no precisamente integradores, sino para referirse a una entidad extraña y casi que hasta opresora) viene a poner de manifiesto que comienza a quebrarse la identificación de España con la Nación española. De la España-nación estamos pasando a la España-plurinacional. De aquí que se empleen los términos “Gobierno Vasco”, “Gobierno Catalán” o “Gobierno Canario” con una significación que se acerca a aquella otra que está presente en las relaciones internacionales entre los Gobiernos de naciones soberanas (“Gobierno español”, “Gobierno francés”, “Gobierno italiano”).

Por otra parte, basta con analizar algunos textos normativos de los últimos años para comprobar cómo al establecer el ámbito espacial de aplicación de las normas, se renuncia a establecer que las mismas serán de aplicación en todo el territorio nacional. Es lo que sucede con la vigente Ley General Tributaria (Ley 58/2003, de 17 de diciembre). Hasta su reforma, la vieja LGT en su artículo 21 señalaba que “las normas tributarias obligarán en territorio nacional”. La actual LGT renuncia a emplear una expresión (“territorio nacional”) que seguramente a sus redactores les parecía demasiado “casposa” o con reminiscencias franquistas, o tal vez, lo que en realidad ocurrió es que en la comisión redactora se infiltró algún antiguo franquista o algún rojete transformados ahora en adalid de las esencias de la nueva España plurinacional: grande, libre, pero en ningún caso una. Que venga Dios y lo vea… Me quedo, definitivamente, con la K de mis alumnos, pues sin duda es una expresión del lenguaje más interesante y muchísimo más moderna.

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