jueves, 3 de julio de 2008

COITUS INTERRUPTUS


Se ha presentado una circunstancia imprevista en absoluto deseada por quien suscribe, y me veo en la obligación de suspender transitoriamente la publicación de este blog de opinión. ¿Hasta cuándo? Pues si las circunstancias se desarrollan según la previsión de la ciencia y de mi fe en la misma y en otras realidades no sensibles, hasta el próximo lunes día 7 de julio (¡Viva San Fermín!).

Cuando reinicie la publicación, tengo ya decidido cambiar el título del blog. A partir de entonces, el blog pasará a denominarse La opinión de un pequeñoburgués para otros pequeñoburgueses: independencia y libertad individual como valores aún no debidamente respetados en la sociedad española de inicios del siglo XXI.

Solemos hablar de los tics autoritarios que hemos heredado del largo período temporal en que subsistió en España el régimen dictatorial de Franco, pero solemos obviar aquellos otros tics igualmente autoritarios que proceden de la izquierda opositora al franquismo y hoy en su mayor parte transformada en una izquierda respetuosa con las reglas de funcionamiento del Estado social y democrático de Derecho. Entre estos último tics destaca aquel consistente en calificar en términos negativos la opinión de los disidentes a las directrices del Partido. En mi época de juventud, cuando con otros jóvenes amigos –y entonces camaradas- fundamos en la ciudad de La Laguna, allá por el año 1968, la primera célula (¡pura terminología científica!) de las Juventudes Comunistas de España, suscribíamos en su totalidad las tesis del camarada Vladímir Ilich Uliánov (Lenin) cuando calificaba como “pequeñoburgueses” a los reformistas que se oponían a la revolución entendida en los términos en los que la defendía Lenin y el partido bolchevique. Aquella calificación negativa era luego profusamente empleada en todos los ámbitos –fundamentalmente en las sesiones de autocrítica ante los otros camaradas- a fin de aislar y expulsar de nuestra mente cualquier posible manifestación de debilidad frente a la sólida e inquebrantable moral comunista. Ser un pequeñoburgués o manifestar opiniones propias de los pequeñoburgueses, era el estigma propicio para, como mínimo, recibir una reprimenda del resto de camaradas (en otra épocas, era motivo para ser simplemente fusilado).

He de reconocer que ya desde entonces siempre tuve una marcada tendencia a ser un vulgar pequeñoburgués. Ahora que he llegado a mayor, esa condición se ha impuesto, si no definitivamente, pues nunca se sabe lo que pueda deparar el futuro, sí al menos en el presente. Quiero decir aquí bien alto y claro que estoy orgulloso de ser un pequeñoburgués. Joder, que si lo soy… hasta el punto de haber votado en alguna ocasión al Partido Popular, haber concurrido a unas elecciones municipales como independiente en una candidatura de Coalición Canaria, y estarme planteando votar de nuevo al PP en alguna próxima campaña electoral. Esto último dependerá, en gran medida, de la trayectoria de la nueva Secretaria General del PP. Pero he de manifestar que, en principio, me gusta bastante el “andar de la perrita”.

En fin, que será mejor no continuar pregonando mi condición pequeñoburguesa, pues la misma pretendo que se manifieste diariamente en mi contribución a este blog. Pido disculpas a mis lectores y lectoras habituales. Salud y saludos, antiguos/as y nuevos/as camaradas. Tengo la esperanza de que no me expulsen de ningún sitio por mis palabras…aunque tal y como últimamente se está poniendo la Universidad de aguerridos y autoritarios revolucionarios, todo es posible.

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