miércoles, 16 de julio de 2008

ESTOS CHICOS (Y CHICAS) DEL PSOE Y SUS FALSAS VERDADES


Que hay militantes honrados, con buena fe, espíritu de sacrificio, generosidad, disciplinados, poco sectarios, trabajadores y demás cualidades propias de buenas personas en el PSC-PSOE, nadie lo duda; exactamente igual que lo contrario, y exactamente igual también que lo que sucede en otros partidos políticos. ¿Cuál es entonces la diferencia que los distingue? Pues me voy a atrever a establecerla aún a riesgo de equivocarme.

Dejando al margen a los viejos militantes y simpatizantes aún vivos que sufrieron la guerra civil y las consecuencias de la misma, y fijándonos en aquellos otros que provienen del último período del franquismo o del postfranquismo (v.gr., Francisco Hernández Spínola o Juan Fernando López de Aguilar), la diferencia que los distingue no es otra que la de considerarse únicos herederos de valores tan sobresalientes, entre otros, como el de la dignidad, la honradez, la justicia, los derechos humanos y la defensa del bien común. Son ellos, y sólo ellos, los que en verdad no sólo defienden tales valores, sino los que a diario “luchan” para su reafirmación, ampliación o establecimiento ex novo. Tales valores se proclaman formalmente como valores de todos (incluyendo por consiguiente a la derecha), pero materialmente los chicos y chicas del PSOE saben a ciencia cierta que son sólo ellos los que en última instancia los tienen asumidos en su fuero interno como valores irrenunciables. En otras palabras, en tanto la derecha se limita a reconocerlos formalmente como consecuencia de una “victoria” de la izquierda (la aprobación de la Constitución), corresponde a la izquierda socialista garantizar en todo caso (desde la calle o desde el gobierno) que dichos valores no se desvirtúen (por la derecha social, política o religiosa), o bien, que los mismos se amplíen (caso del matrimonio homosexual o la anunciada ley de plazos para la regulación del aborto).

La verdad, sin embargo, no se corresponde con esta verdad que tienen asumida los ahora alegres chicos y chicas del PSOE, sobre todo, después de la elección en el último congreso de Leire Pajín como secretaria de organización. La verdad es que la actitud de estos chicos y chicas es manifestación patente del valor que tienen las consignas partidarias e ideológicas a la hora de conformar verdades a medida capaces de incrustarse en el cerebro de los miembros de esa secta en la que se ha transformado el PSOE, y lo que es mucho peor, que se difunden y afianzan entre amplios sectores de la población que aún continúa identificando a los socialistas como antifranquistas, y a los populares como lo contrario.

Cuando miro hacia atrás y comienzo a hacer recuento de muchos de los actuales socialistas que conocí durante el franquismo, mi reacción no puede ser otra que de auténtico estupor: o eran auténticos franquistas activos o resultaron ser más franquistas que Franco una vez recuperada la democracia por la que en ningún caso lucharon. Creo que habrá que empezar a decir verdades tan simples como esta para así contribuir a que no se propague más tanta mentira capaz de seguir deformando los cerebros y los sentimientos de tantos chicos y chicas.

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