jueves, 16 de octubre de 2008

FELIZ IGNORANCIA GENERAL


Es poco más o menos como si a las masas chiitas enfervorecidas que deambulan sin orden ni concierto gritando el nombre de Alá, comprobaran de repente que todo el sistema de los ayatolás que a diario se comunican con Dios, es una pura falsedad y un montaje. Por mucho que se les dijera con carácter previo que ello pudiera ocurrir, no se lo iban nunca a creer, pero cuando efectivamente ocurriera, las consecuencias serían auténticamente imprevisibles.

Algo similar, pero con el Dios Dinero, ha ocurrido y está ocurriendo en las llamadas sociedades de mercado o capitalistas. Sólo una minoría económicamente muy poderosa, y una mayoría bastante cualificada que tiene invertidos sus ahorros en una multiplicidad de productos financieros, es la que realmente está preocupada con la denominada crisis financiera. La gran mayoría de la población que nace, vive y muere para el consumo (esta es su auténtica razón suprema de ser: consumir y pagar impuestos), ignora por completo las amenazas que se ciernen sobre ellos ante las consecuencias de una crisis que ellos no han provocado pero de la que pueden ser sus principales víctimas.

La crisis de confianza que afecta al sistema financiero (economía virtual), se puede traducir en una crisis imparable de la denominada economía real. Bastaría para ello con que se rompiera ese endeble cordón que aún al día de hoy se mantiene, y que se formaran colas interminables en las ventanillas de las entidades bancarias pidiendo cada uno el dinero que en las mismas tienen depositado. La quiebra en cadena de estas entidades sería de tal magnitud, que no habría gobierno que pudiera pararla.

Compruebo a diario entre mis inconscientes y felices alumnos la realidad en la que viven: una gran mayoría viene a la Universidad en vehículo de cuatro ruedas (gasolina, gas-oil, reparaciones, neumáticos, equipo de música, impuestos, tuneado, contaminación); muchos vienen vestidos a la última moda o, al menos, con ropas de marca; los que fuman, fuman Marlboro (casi tres euros la cajetilla); en sus casas, seguramente, cuentan con uno o más vehículos de motor (papá, mamá y el hermano o la hermana), pantalla plana para la TDT, etc., etc. No sé muy bien qué vienen a hacer en la Universidad, pero el hecho es que vienen a diario. Se sientan en aulas bastantes masificadas, escuchan a los profesores que les hablan de lo humano y de lo divino, pero ignoran por completo la crisis, o lo que es igual, ignoran por completo la realidad en la que viven. Una realidad que de la noche a la mañana puede cambiar radicalmente y ellos y nosotros con estos pelos.

Se nos dice que una de las salidas a la crisis es no sólo restablecer la confianza entre los desconfiados y usureros banqueros, sino también, en la necesidad de consumir. Es un círculo que no se puede romper: si hay confianza hay crédito, si han crédito hay capacidad de compra, si hay compra hay consumo y si hay efectivamente consumo continuo hay producción garantizada, puestos de trabajo y, sobre todo, felicidad. Como puede verse es relativamente fácil y sencillo. Colmemos nuestros anhelos materiales y espirituales consumiendo, y consumiendo cada día más, pues aquí radica una de las claves no sólo de la pervivencia de los banqueros y del propio sistema, sino también, al parecer, de toda la humanidad. Cabría pensar que estamos ante un mensaje de la Organización Nacional para Ciegos que se niegan a ver, o tal vez, a pensar.

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