miércoles, 1 de octubre de 2008

LA VENGANZA DE LA TOZUDA REALIDAD


No cabe la menor duda de que estamos ante una cuestión que merece un tratamiento detenido y meditado. Pero también es verdad que en los últimos tiempos nos hallamos sumidos en un debate fundamentalmente ideológico con relación a quiénes son los responsables últimos de la actual crisis económica. Y es que en definitiva, de alguna forma, preferimos centrarnos en la búsqueda de posibles culpables que en el análisis sosegado de la realidad.

Lo anterior tiene mucho que ver con nuestra humana predisposición a buscar refugio en las consignas que orientan a la masa, antes que en nuestra propia y bendita capacidad individual para tratar de vislumbrar la realidad en la que estamos inmersos. Porque no se trata de negar la lógica dificultad que supone el comprender una determinada realidad a través de un razonamiento que nos puede resultar extraño (el propio de la ciencia económica), sino de poner de manifiesto nuestra tendencia a dejarnos llevar por la comodidad de no poner a trabajar el cerebro a fin de que este pueda llegar por sí mismo a conclusiones propias. Será siempre preferible llegar a una conclusión errónea pero propia, que a una conclusión que nos viene dada y asumimos como propia como un auténtico acto de fe. En buena medida, esto último es lo que está ocurriendo en el debate sobre la actual crisis económica.

Ya se sabe –y de verdad que esto no es un ataque a mis queridos colegas economistas- que la conceptuación de la Economía como ciencia responde a idénticas razones –mal que les pese a los colegas economistas- que llevan a la conceptuación del Derecho como ciencia. Es decir y, sobre todo, a razones encaminadas a lograr un doble objetivo: la separación radical de la Economía y el Derecho de la Política, y al logro de un ámbito de supuesta respetabilidad para unos conocimientos que siendo calificados de científicos permiten ser presentados como neutrales o puramente técnicos.

Ayer mismo declaraba el Sr. Rajoy a los medios de comunicación que la invitación cursada por el Presidente del gobierno para hablar de la crisis económica no podía quedar en una simple foto de ambos líderes (¿?) en el palacio de La Moncloa. Era preciso, según Rajoy, que se reunieran los equipos económicos del PSOE y del PP para tratar de llegar a soluciones conjuntas. Es decir, como si el problema planteado fuera un problema estrictamente económico cuya solución es puramente técnica.

En mi ignorancia y, sin perjuicio de abordar la cuestión de una manera más “científica” en futuras paridas mentales, no llego a entender por qué entre los países de la Unión Europea las medidas económicas contra la crisis (o contra nosotros como ciudadanos) las adoptan unos economistas que forman parte de una institución bancaria (Banco Central Europeo) y que no nos representan en absoluto, en tanto que en otros (USA) esas medidas son objeto de debate y aprobación o no por los genuinos representantes de la ciudadanía. A lo mejor es que el problema no es estrictamente económico, sino que es también político.

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