lunes, 13 de octubre de 2008

PRUDENCIA Y CABREO ANTE LA CRISIS


¿Cómo no ser prudentes en un momento de crisis de confianza en el sistema financiero? Por supuesto que sí. Todos, acreedores y deudores, no debemos olvidar la amenaza de la temida recesión: más paro, más inflación, menos consumo, más miseria… Los que vivimos a diario sin preocuparnos de nuestros ahorros porque no los tenemos, y sí de la hipoteca que cada día que pasa es más cara (¿no podría el Gobierno ordenar a los Bancos que el tipo de interés de referencia no fuera el interbancario o Euribor y sí el fijado por el Banco Central Europeo? ¿Por qué permitir que en este caso sea el mercado el que fije el tipo de interés de los créditos hipotecarios?), estamos realmente alucinados. Nuestro principal objetivo ahora mismo es luchar a brazo partido con el Gobierno para recuperar la confianza en nuestras amadas y queridas entidades financieras. El sátrapa de Hugo Chávez en Venezuela es Caperucita al lado de Gordon Brown en Gran Bretaña y su decidida y al parecer obligada política de nacionalización de la Banca británica. Y no digamos ya de su homólogo en EE.UU, el Sr. Bush. ¿Y en España? Pues resulta esperpéntico ver al Sr. Rajoy o al Sr. Montoro defendiendo que hay que controlar que el fondo de 50.000 millones de euros destinados a garantizar las necesidades de liquidez de nuestras entidades financieras van a ir a parar a las familias y a las pequeñas y medianas empresas.

Ahora va a resultar que los principales responsables de esta crisis financiera son los malvados ejecutivos de las entidades. ¿Cuánto gana al año el Sr. Francisco González del BBVA? ¿Y el Sr. Botín? ¿Y el del Banco Popular? ¿Y el de…? Seguro que todos ellos ganan auténticas burradas de dinero, aparte de gozar de contratos blindados y de jugar con información privilegiada a la hora de aumentar el valor de sus acciones en las distintas hipótesis que ellos mismos puedan barajar en cuanto a la adopción de decisiones estratégicas para las empresas a las que sirven. Claro que sí, se trata de auténticos “tiburones” que se crían, reproducen y sirven como modelo de referencia a muchos jóvenes en las llamadas Escuelas de Negocios que tanto han proliferado últimamente en nuestro país. Estos tíos y tías tan superpoderosos de verdad, son aquellos frente a los que muchos de nuestros universitarios economistas se pliegan sin rechistar, limitándose a repetir y expandir con visos de supuesto rigor académico sus proclamas ideológicas y defensa de intereses propios como si fueran generales.

Hace algunos años leí un librito sobre la inflación escrito por José Luis Sampedro. Lo que más me gustó, o mejor, lo que más impactó de su lectura fue que el profesor Sampedro denunciara la presentación por parte de algunos economistas de la “ciencia” económica como una ciencia neutral que nada tenía que ver con la política. Aparte de la reivindicación de la denominación clásica de “Economía Política” para la ciencia económica, es en momentos como los que vivimos donde aparece con toda crudeza la íntima relación existente entre política y economía. Es a partir de esta relación como de verdad habrá que empezar a explicar lo que está sucediendo y lo que pueda suceder. Contribuir a fortalecer la confianza en el sistema financiero sí, pero no a costa de seguir viviendo entre tantas mentiras interesadas.

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