lunes, 23 de junio de 2008

LA LIBERACIÓN DE RAJOY

Ha vivido cuatro años horripilantes. De unas elecciones en las que existían fundadas esperanzas de ganar después de haber sido elegido como sucesor por Aznar, se encontró con un panorama realmente esperpéntico: doscientas personas asesinadas y muchas más heridas producto del fanatismo islamista; Acebes y Zaplana como guardia pretoriana impuesta por Aznar encargada de que al candidato hasta ese momento a la Presidencia del gobierno y, a partir de entonces, a presidir la oposición, no se le pasara por la cabeza tomar iniciativas propias que pudieran poner en cuestión las “esencias aznaristas”; obligado a realizar un papel como líder de la oposición que no era el suyo y sí el de Aznar (bronco, agresivo, nada conciliador, etc.); obligado a prescindir de personalidades moderadas como Gallardón o Piqué por presión e imposición del sector más radical de su propio partido, etc. Y a pesar de todos esos condicionantes que coartaban su libertad como candidato a presidir el Gobierno de la Nación y a ser finalmente líder del principal partido de la oposición, logró en las últimas elecciones generales un éxito muy considerable.

Sin embargo, ese éxito (que fue tal desde la óptica interna del propio PP, pero no, como es obvio, desde la óptica electoral), fue rápidamente cuestionado por el sector aznarista de su propio partido: las elecciones no se perdieron por los errores cometidos por ese sector, sino por la falta de liderazgo de Rajoy. Conclusión: había que acabar cuanto antes con Mariano Rajoy. Se pusieron en marcha todos los medios e instrumentos necesarios para la consecución de dicha finalidad. Sin embargo, Mariano, con una fortaleza, prudencia y socarronería digna de elogio, pudo finalmente, con el apoyo de significados líderes territoriales, llegar sano y salvo al congreso y ganarlo por auténtica goleada.

Como ciudadano he de decir que me alegro mucho de que finalmente Mariano Rajoy haya logrado superar esta primera dificultad que venía amargándole la vida desde hace más de cuatro años. Por fin ha logrado dejar atrás el complejo de sentirse cautivo de su mentor el Sr. José Mª Aznar. Algunos verán en ello una falta de lealtad por parte de Rajoy (a los principios o al propio Aznar, que al parecer los personifica), pero en realidad es todo lo contrario: es la afirmación de la libertad que necesariamente ha de acompañar a todo político que trate de liderar una mayoría. Es esa conquista de la libertad la que de verdad puede garantizar que sean muchos los ciudadanos que en próximas convocatorias electorales voten al PP (o a Mariano Rajoy, como líder que simboliza a esa fuerza política), pues creo que a estas alturas resulta evidente que los ciudadanos valoran en los políticos, por arriba de todo, su autonomía a la hora de adoptar decisiones, aunque puedan equivocarse…

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