jueves, 26 de junio de 2008

PERIODISTAS Y CANALLADAS

¿Quién no sabe, por haberla sufrido, lo que es una canallada o una “hijoputez”? Hasta el propio canalla ha podido en algún momento ser víctima de otro (o de otra) canalla. Sin embargo, la dificultad no estriba por lo general en saber lo que es una canallada, sino en saber quién es, de antemano, el (o la) canalla que la comete. Y es que ocurre en muchas ocasiones que el que tiene fama de serlo en realidad no lo es, y a la inversa, quien va por la vida aparentando ser un señor o señora, resulta que es todo lo contrario, y te la endiña, de una u otra forma, cuando menos te lo esperas.

De la múltiple variedad de canallas y canalladas que existen, hay una modalidad que a mí me repele de manera especial. Es la del tipejo (o tipeja) que dice que es periodista porque trabaja en un medio de comunicación, y que se dedica conscientemente a alimentar dudas sobre la honorabilidad de un político por dos razones fundamentales: por un lado, porque simplemente el político en cuestión le cae mal o porque el supuesto periodista es tan tonto que ya parte del prejuicio de considerar que cualquier iniciativa proveniente de un político es dudosa porque esconde siempre “gato encerrado”; por otro, porque este falso periodista actúa como sicario a sueldo de algún otro canalla que se vale del mismo para boicotear determinadas iniciativas del político que le puedan resultar perjudiciales para sus intereses.

En mi corta trayectoria como político, he conocido las dos versiones. La del periodista tonto que no es capaz de plantearse por sí mismo una reflexión crítica sobre la realidad a partir de la cual ha de construir su información u opinión, y la del periodista canalla que actúa como instrumento de determinados intereses que no están por permitir que subsista un político que pueda ponerlos en cuestión.

Que existen periodistas serios y honestos, estoy seguro que es un hecho incontrovertible. Conozco a algunos (y algunas). Pero conozco más (en términos cuantitativos, no personales) a periodistas canallas que permanentemente trabajan para el mejor postor o para sí mismos, y para los que aquello de perseguir la verdad se ha convertido en un vago recuerdo de algo que alguna vez oyeron pero que nunca llegaron a experimentar.

Los canallas y las canalladas están en realidad muy emparentados con el cáncer. Debe ser algo de origen genético, esto es, como una especie de predisposición neuronal a utilizar la mentira como alimento permanente para subsistir y reproducirse de manera descontrolada. Es una enfermedad compleja y difícil de erradicar. Sin embargo, lo que sí parece claro es que siempre ha dado buen resultado utilizar contra la misma un medicamento bien barato y al alcance de cualquier bolsillo: la simple verdad de los hechos.

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