miércoles, 18 de junio de 2008

RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA


¿Por qué las personas y los medios calificados de derechas de este país han reaccionado de forma tan negativa ante la denominada Ley de recuperación de la memoria histórica? La contestación de los promotores de la ley es bien sencilla: pues porque la derecha de este país, vencedora de la guerra civil, pretende que los españoles olvidemos definitivamente los crímenes y horrores de la guerra y, sobre todo, la represión posterior que durante años se ejerció sobre el bando republicano. Todo responde, en definitiva, a un problema de tratar de tapar la mala conciencia que les embarga después de haber ganado la guerra y también disfrutado de las ventajas que les proporcionó la dictadura de Franco.

En este asunto, sin embargo, la Iglesia católica lo ha tenido clarísimo desde el primer momento, sobre todo, con el papado de Juan Pablo II. Ha habido más de un proceso colectivo de beatificación de los numerosos sacerdotes y monjas que fueron asesinados durante la guerra civil por el simple hecho de profesar la religión católica. La Iglesia, en este caso, no ha olvidado a sus mártires y legítimamente los ha recuperado para la memoria de los vivos.

La conclusión es rápida y elemental: si la Iglesia recupera a sus mártires, por qué no va a poder el Gobierno de la Nación recuperar para la memoria de los vivos a todas aquellas personas que fueron asesinadas por el simple hecho de defender un gobierno constitucionalmente legítimo.
No, no estamos aún preparados para recuperar de verdad la memoria histórica. Su recuperación sigue siendo parcial, esto es, tamizada por la ideología de cada uno, que además se pretende aplicar retrospectivamente a fin de así poder ajustar cuentas en el presente, puesto que en el pasado ya es imposible hacerlo. Desde esta óptica, quizás la posición menos comprensible sea la de la Iglesia católica, pues a ella debería corresponder la recuperación de una memoria que supiera diferenciar entre el bien y el mal, y en ese tiempo pasado que ya es historia, el mal no sólo actúo sobre la Iglesia, sino que también ésta fue parte protagonista del mismo mal que actuó sin contemplaciones sobre otros católicos y no católicos (pero también hijos de Dios) que optaron por defender el Gobierno republicano.

Es posible, sin embargo, que no quepa una recuperación apartidista de la memoria en el caso de España. La guerra civil española no fue el holocausto judío perpetrado por el nazismo. Aquí había bandos militares e ideológicos enfrentados, con razones y argumentos, con sus verdades y justificaciones para matar, encarcelar, perseguir, destruir… mientras que allí, solo había una única fuente productora del mal, la que desplegó el régimen racista y asesino del nacionalsocialismo. No es factible una condena unánime de la guerra civil española. Sólo cabe una condena de las miserias y mezquindades que propició la guerra entre los españoles, ya fueran de izquierdas o de derechas. Es tal vez poco desde el punto de vista de enaltecer el espíritu de los que fueron vencidos a pesar de constituir el Gobierno legítimo, pero es tal vez la única vía para recuperar por fin la memoria de unos hechos que hay siempre que recordar para procurar que no vuelvan a repetirse jamás.


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