lunes, 6 de octubre de 2008

COMUNIDAD DE PROPIETARIOS


Aun no siendo imposible, resulta cuanto menos difícil colocarse mentalmente en la posición de otro respecto de una experiencia que sólo él ha vivido. El que siempre ha vivido en una vivienda unifamiliar singular, difícilmente puede imaginarse lo que significa vivir en un edificio de viviendas (comunidad) regido por su correspondiente junta de propietarios. Son dos mundos radicalmente diferentes. Posiblemente, el vivir en una comunidad de propietarios predispone en mayor medida a asumir en el futuro el rol de la política como tarea a favor de la comunidad… o de los propios intereses personales.

No es que exista una correspondencia matemática entre la vida en una comunidad de propietarios y la dedicación a la política, pero sí que resulta indudable que sólo por el hecho de que hoy la mayor parte de la población vive en edificios en los que la propiedad se halla dividida horizontalmente y en los que la ley obliga a constituir una comunidad de propietarios con sus respectivos órganos de gobierno, sean de estas comunidades de donde provengan la mayoría de los hombres y mujeres que luego han de dedicarse o no a los asuntos públicos. A pesar de ello, sin embargo, no se trata de defender aquí la tesis de que esta circunstancia objetiva determinará luego la ideología o las actuaciones de aquellos ciudadanos que provengan de una comunidad de propietarios. No obstante, algún tipo de influencia sí que puede existir. Veamos algunos supuestos.

En primer lugar está la experiencia del que ya “pasa de todo” y va a los suyo, que al fin y al cabo es lo más sagrado y muchas veces lo más respetable. Este sujeto nunca ha tenido inquietud o preocupación por la vida de la comunidad, y si la ha tenido, ha comprobado con tristeza que se trata de una carga que carece de cualquier tipo de compensación espiritual, que al fin y al cabo es la única compensación con auténtico interés. Hace su vida diaria al margen de la comunidad, no se mete con nadie, paga religiosamente su cuotas, cumple con sus deberes como comunero (p.ej. no tira a la calle las bolsas de la basura desde el quinto piso) y no asiste nunca a las reuniones de la comunidad, y menos aún, si se trata de votar a una nueva Junta directiva. Su objetivo es pasar lo más desapercibido posible y que los miembros de la comunidad lo ignoren, pues de esta forma nunca será así objeto de inquinas, envidias o mezquindades comunales.

En contraposición a la tipología anterior, nos encontramos con la experiencia del que nada más levantarse de la cama está dispuesto a dar su vida por los intereses de la comunidad (¿?). Vive en constante lucha con el fontanero, el Ayuntamiento, el electricista, el encargado del ascensor… o bien, se debate en una atmósfera conspiratoria permanente junto con otros comuneros preparando el “asalto al poder” en la próxima asamblea comunal frente a la iniquidad de los actuales gobernantes, que son calificados de corruptos. Cuando alcanzan el poder, la primera medida que adoptan es darle el contrato de mantenimiento de los ascensores a algún familiar que tiene constituida una empresa para tales menesteres.

Cuando se habla de que sería conveniente que los políticos hicieran pública su situación patrimonial en el momento de asumir una responsabilidad pública, yo siempre me descojono. Creo que sería mucho más efectivo saber al detalle cuál ha sido su trayectoria previa, y si por ejemplo han tenido alguna responsabilidad en una comunidad de propietarios, en un grupo claustral, en una asociación de vecinos, en una murga o en cualquier otra manifestación colectivista. Creo que este dato sería muy revelador respecto de lo que pueda ser luego su trayectoria como responsable del dinero de los demás.

2 comentarios:

perezpzzz dijo...

Visto tu planteamiento Político y en la actual crisis propiciada por el sector Inmobiliario, te recomiendo lo siguiente:

Saca la pasta de debajo del ladrillo y te la gastas en bocadillos de membrillo.
Saludos, te promociono.


El síndrome del edificio pocho

Anónimo dijo...

Todo esto visto desde fuera es divertido, por lo menos yo disfruto de la mia, siempre y cuando no te hagas notar, el día que te descuides y dejes de pasar desapercibido.... se acabó la diversión.